RECORDATORIO PARA SAN LORENZO (III)
(Piura, 03 marzo del 2017)
Luis Gulman Checa
En los albores de la Colonización, a la
vecina ciudad de Chulucanas, como miembro de la recién creada diócesis a cuya
cabeza estaba Monseñor John Mac Nabb, el
año 1964 arribó el padre mejicano Porfirio Díaz López quien desarrolló una
formidable y envidiable tarea - además de su misión de enviar almas al paraíso
- al ser el artífice/creador/maestro/guía de la COOCHUL.
En aquella época, Méjico era el gran o único
productor de aceite esencial extraído de la cáscara del limón y Chulucanas,
ancestralmente, el gran productor del país por cuanto aún no se había desarrollado el cultivo en Cieneguillo, San Lorenzo u Olmos.
El padre Porfirio se escandalizó al ver la
enorme riqueza perdida al no aprovechar los frutos del limonero, tanto cuando los agricultores ni se molestaban
en cosecharlo por su bajo precio como también los sobre maduros descartados, lo
que lo motivó a crear la COOCHUL, propietaria de una planta para procesar la
fruta y extraer aceite esencial y, como sub producto, la cáscara, magnífico alimento para ganado lechero.
¿Quiénes integraban
la Cooperativa en calidad de agricultores, propietarios de la planta,
industriales y exportadores?
Todos y cada uno de quienes producían limón
en Chulucanas (y zonas aledañas), tanto si manejaban chacras de 5 o de 5,000
árboles, lo que significaba que la COOCHUL era un modelo de Cooperativa
funcionando así:
·
El
agricultor entregaba su limón al peso y, semanalmente, recibía un reducido pago
a cuenta, útil para cubrir el costo del recojo y entrega.
·
Luego
de cada exportación y respectiva liquidación, cada uno recibía lo que le correspondía
proporcionalmente a la fruta entregada.
·
La
cáscara era vendida a los socios distribuida con criterio justo.
Digresión fundamental:
La COOCHUL funcionó como un reloj suizo
mientras el padre Porfirio estuvo en Chulucanas, mas, fatalmente, cuando cambió
de aires, su magnífica obra, lentamente pero sin pausa, empezó a ir cuesta abajo hasta desvanecerse
por completo.
Lo expuesto líneas arriba se ajusta
estrictamente a la verdad y nos debería
llevar a la siguiente triste pero necesaria conclusión:
Siendo incapaces de
unirnos como un puño sumando esfuerzos en busca del bien común, aceptémoslo y
obremos en consecuencia, importando cerebros extranjeros para que, en el
futuro, lideren/encabecen
emprendimientos de esta naturaleza.
Termino con una reflexión:
Fue una lástima que
los “colonos” de San Lorenzo, firme y férreamente hermanados por el común/compartido
abastecimiento del agua, no fueron capaces de seguir el ejemplo que puso ante
sus ojos el padre Porfirio, uniéndose
también, como los limoneros de Chulucanas, para procesar y comercializar en
conjunto todas sus producciones.