¿Y LAS URBANIZADORAS?

(Piura, 11 marzo del 2017)

Luis Gulman Checa

Me refiero, obviamente, al rentable negocio de desarrollar una moderna urbanización en un terreno propio o adquirido (generalmente antiguo campo de cultivo) con todos los servicios: agua, desagüe, energía eléctrica, pistas, avenidas, veredas, parques, etc., cuyos lotes son adquiridos por terceras personas que, una vez construidas sus viviendas, conforman un nuevo barrio/sector integrado a la ciudad correspondiente. En resumen, la multiplicación de urbanizaciones es el factor principal para el crecimiento de las ciudades.

En principio, todo se ve muy bien en cuanto tales esfuerzos privados coadyuvan tanto al desarrollo de la ciudad como a atender la demanda de nuevas viviendas a raíz del natural crecimiento demográfico. Sin embargo, hay una pieza suelta que tendría que ser ajustada por la autoridad local como requisito previo para autorizar el desarrollo de cualquier urbanización, revisando al milímetro los siguientes aspectos:

Prevención contra  fenómenos naturales y calidad constructiva.

Para que quede claro el propósito/fondo del presente, empezaré clarificando lo referido a la segunda condición:

Las veredas, por ejemplo, pueden construirse con un concreto de dos por medio que las convertirá en  intransitables a los pocos meses/años o, por lo contrario, con otro que, transcurridos 100 años, continúe perfecto y brillante.

Digresión: Estimado lector, como al transitar por las veredas de nuestra ciudad está obligado a mirar al suelo para no terminar despatarrado, le aconsejo fijarse en la “calidad” del concreto de las mismas, lo que le permitiría hacer un “mapa” perfecto de la incompetencia y/o corrupción de los autoridades que las construyeron.

Evidentemente, cuanto mayor sea la calidad del concreto, menor será la utilidad (dinero para el bolsillo) de la urbanizadora y, como está ampliamente demostrado que la honradez es un atributo  escaso en el país, no es necesario ser un genio para saber que, mayoritariamente,  tratarán de disminuir lo más posible la calidad constructiva con el obvio propósito de ganar más dinero.





Lo lógico sería que las urbanizaciones funcionaran tan igual como un edificio, donde los propietarios de los departamentos se ocupan, con su propio dinero,  de operarlo y mantenerlo. Si así fuera,  la ciudad (municipalidad y el resto de ciudadanos) no tendría que cargar con el muerto que implica afrontar los inconvenientes generados por urbanizaciones  de dos por  medio, las cuales, como en el caso de los propietarios del edificio, serían mantenidas/conservadas/operadas por los propios vecinos.

Para no herir susceptibilidades, me abstendré de precisar Urbanizaciones que, en la actualidad, son un desastre y salta a la vista tanto su pésima calidad constructiva como también que los planificadores olvidaron - ¿convenientemente? - que en Piura de vez en cuando  llueve a cántaros, como lo revela el pésimo estado de pistas, veredas, cuencas ciegas y otros,  en muchas de ellas.