¿COMISIÓN DE NOTABLES?
(Piura, 24 diciembre 2018)
Luis Gulman Checa
Curioso país el nuestro en el que, formal y
aparentemente, están establecidos y funcionan con independencia los tres
poderes del Estado y, paralelamente, se designa, ¿sacándose debajo de la
manga?, una comisión a dedo y ad hoc para
formular propuestas de reforma política, es decir, comparando con lo que sería
la remodelación y/o reconstrucción de un inmueble en ruinas (como parece estar
el Estado peruano); equivaldría a un grupo de arquitectos e ingenieros
preparando planos y calculando cuantías de fierro y cemento.
Entonces, si estas personas, escogidas
arbitrariamente por el Mandatario, realizarán la tarea que, constitucionalmente,
le compete al Congreso de la República, seno y órgano cuya primerísima función
es legislar, previo debate amplio y abierto con el objeto de hacerlo
óptimamente, pregunto:
Equivaliendo esta
designación al tácito reconocimiento que el Congreso perdió, definitiva e irreversiblemente,
credibilidad y legitimidad, ¿acaso el sentido
común no indica que el mismo debió “disolverse”, tan igual como sucedió pocos
años atrás, procediendo a convocar nuevas elecciones?
Continuando con la reflexión, si el Congreso,
ahora despreciado, fue elegido por el soberano, el pueblo, mismo que cuando se
manifiesta equivale a la voz de Dios; transcurrido poco tiempo terminó siendo
considerado un estercolero; ¿qué garantía existe de que las personas integrantes
de la citada Comisión, escogidas por una sola persona, sí serán la divina
pomada y sus propuestas nos dispararán, cual cohete, al primer mundo?
Reconociendo ser, figurativamente, lo que
suele denominarse mojón de gato, en temas/asuntos tan trascendentes y
especializados como los encargados a la citada comisión, pero, dotado, estimo,
de cierta dosis de sentido común; considero inquietante la comentada dualidad al
carecer, absolutamente, de racionalidad y practicidad.
La situación que viene atravesando el Estado
peruano me trae a la mente a un paciente en la sala de operaciones,
debatiéndose entre la vida y la muerte, rodeado por médicos y asistentes
observándolo y controlando, al instante, sus signos vitales, sin decidir qué
acción concreta y radical realizar para
salvarle vida, a pesar que, hasta para los ojos de cualquier ignaro en materia
de salud, de no amputarle la pierna, atrozmente gangrenada hasta la rodilla, el
doliente no podrá apreciar la salida del sol del siguiente día.
A buen entendedor,
pocas palabras.-