H O R R O R

(Piura, 01 diciembre 2018)

Luis Gulman Checa

Es la emoción que sentí al ver la fotografía del alcalde provincial de Chiclayo detenido y esposado por liderar una banda delincuencial dedicada a cobrar cupos por franquicias y licencias municipales, es decir,   otra alta autoridad elegida por voto popular, como las recientemente caídas en Tacna y Moquegua, cuya inconducta ratifica la tesis del suscrito:

 Las autoridades locales y, también, regionales, debieran ser designadas mas no elegidas.

La situación se torna mucho más grave si consideramos que, en el caso concreto del citado alcalde, es materialmente imposible que, habiendo iniciado tales prácticas corruptas desde que asumió el cargo según lo afirma la denuncia; nadie en Chiclayo: ciudadanía, Contraloría y/o Ministerio Público, tuviera conocimiento de ello. Ergo, la triste conclusión que debemos obtener es que, cada día más, nos habituamos a convivir con la corrupción dándole estatus de una actividad económica normal y, también y peor aún, daría la impresión que, imitando a las hienas esperando que las fieras de alto vuelo sacien su hambre, grupúsculos de personas nada santas están a la espera que cumplan sus ciclos los corruptos activos para ser ellos quienes continúen lapidando los recursos públicos.

En Chiclayo ha llovido sobre mojado por obra y gracia del electorado: optó por un corrupto para reemplazar a otro. Ante ello debiéramos preguntarnos  si, tan igual como se declaran estados de emergencia ante la presencia de calamidades climáticas o pestes sanitarias, en este caso quizá debiera tomarse la misma medida  entregando la conducción de la municipalidad a una Junta Interventora, tal y como se hizo, por ejemplo, con la empresa de saneamiento de Piura por obvias razones de corrupción y/o incompetencia.

Una inquisición que debiéramos formularnos los piuranos, a raíz de los reiterados destapes que salen a la luz a lo largo y ancho del país desenmascarando  alcaldes y presidente regionales, actuales gobernadores, carcomidos por la corrupción; sería la siguiente:

Si en Piura, hasta ahora, salvo exautoridades condenadas y prófugas, no hemos sido testigos de espectáculos como el que ha sacudido la ciudad de Chiclayo, ¿será porque  nuestras autoridades son impolutas o quienes tendrían la tarea de actuar, si así no fuera, no les llegan ni a la suela de los zapatos a los cancerberos chiclayanos?