NAVIDAD Y MENDICIDAD
(Piura, 26 diciembre 2018)
Luis Gulman Checa
La festividad más importante del cristianismo
al conmemorar el nacimiento de Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre para
redimir a la humanidad, triste y lamentablemente, en países como el nuestro,
profundamente religiosos como lo prueba la interminable serie de festividades a
lo largo del año; se ve ensombrecida por la abundancia de personas mendigando,
desprotegidas y carentes de las condiciones mínimas para vivir tranquila y
modestamente.
Esta situación se torna más perturbadora
cuando, paralelamente al cuadro descrito, proliferan quienes hacen derroche y
ostentación de dinero gastando sin medida tanto en adquisiciones superfluas por
el ¿bendito? prurito que nos impulsa a repartir regalos a diestra y siniestra, olvidando
absolutamente la razón, sentido y motivo de la festividad; como también en el
aprovisionamiento de bebidas y alimentos para ¿festejar? el citado natalicio,
es decir, ubicándose en las antípodas del sencillo, modesto y revelador hecho
de haber venido al mundo en un pesebre, como fue el caso del Salvador.
Obvia y naturalmente cada quien es libre de
proceder como crea conveniente siempre y cuando sus acciones no perturben ni
agredan a terceros. Sin embargo, deberíamos plantearnos la siguiente reflexión:
¿Cuándo, cómo y por
qué, una celebración de tan profundo significado para los cristianos, devino en
este derroche generalizado y perturbador contrario al sencillo y modesto
nacimiento en un establo en Belén?
La comentada deformación o degradación (me
refiero a la conmemoración de la Natividad del Señor), como viene sucediendo en
diversos ámbitos y aspectos de la vida del hombre, cada vez se divorcia más de
sus orígenes como lo prueba, por ejemplo, la pérdida de actualidad de la antaño
obligatoria Misa del Gallo, celebrada la medianoche de Navidad en Nochebuena conmemorando
el nacimiento de Jesucristo, actividad que décadas atrás era el eje central e
ineludible de tan magna celebración.
Resumiendo y concluyendo, el materialismo,
crudo, contante y sonante, cada día deja más rezagada la base espiritual del Cristianismo,
por cuanto hoy por hoy, mucho más importante que asuntos de consciencia o de la
vida eterna, es la SAGRADA ECONOMÍA, de modo que el éxito alcanzado en la
celebración anual de la Natividad del Señor no se mide por el porcentaje de
católicos que, contritos y fervorosos, asistieron y comulgaron en las Misas del
Gallo, sino (recordemos a Jesús echando a los mercaderes del templo) en los
cientos o miles de millones que los comerciantes lograron vender entre los
¿contritos y devotos? católicos o los millones de pavos y pollos engullidos
homenajeando a Cristo Nuestro Señor.