EL  PRESIDENTE DEFRAUDÓ AL PERÚ

(Piura, 20 julio 2019)

Luis Gulman Checa

Desilusión, desesperanza y desengaño inundaron mi espíritu luego de leer la siguiente declaración presidencial:

“Hasta no aclarar dudas, no habrá Tía María”

Presidente Vizcarra indica que si no se absuelven las interrogantes sobre este proyecto, no será viable.

¡Brutal contrasentido implícito en tremendo exabrupto!

¿Qué duda podría haber luego que los estamentos públicos, competentes y responsables, otorgaron carta blanca al desarrollo de la mina?

Si el nuestro fuera un país auténtico, el ministro de Energía y Minas, acompañado de sus funcionarios de confianza, tendría que haber renunciado, irrevocable e inmediatamente, tan luego el presidente lanzó tremenda pachotada, auténtico misil contra la idoneidad de todos los funcionarios involucrados, empezando por el jefe del sector. ¿Renunció el ministro? De no haberlo hecho quedaría reconfirmado que  somos un país del quinto mundo.

¿El pánico habrá asolado al mandatario cuando el patán elegido gobernador de Arequipa lo amenazó con achacarle las muertes que se originarían por las protestas desatadas contra la autorización para explotar la mina, cuando morir es tan natural como vivir, más aún si los finados buscan la parca?

Fatal, lamentable y vergonzosamente parecería que así sucedió. Sin embargo, reflexionemos sobre el futuro de un país en el que la autoridad es comparable a un papel que flota en el espacio al vaivén de la velocidad y sentido en que sopla el viento, es decir, ésta, la autoridad, no existe. ¿Qué futuro le esperaría?

El caos y descalabro, tal y como está sucediendo con el nuestro.

Ya quedó patente que el presidente de la República no da la talla para desempeñar el cargo en momentos tan cruciales como los que vivimos, siendo el peor síntoma  las circunstancias que infectan los mandatos de los últimos CUATRO presidentes de la República, además de la ratificación de la vigencia del dicho de Manuel González Prada refiriéndose al Perú:

“Donde se pone el dedo, salta la pus”

¿Llegaremos al 2021?