SEÑOR PRESIDENTE: MIS RESPETOS

(Piura, 29 julio 2019)

Luis Gulman Checa

Confieso que el día de ayer, cuando las cifras y porcentajes estaban por trastornarme, abruptamente, emulando al Ángel de la Anunciación, el presidente de la República, pronunciando ante el Congreso el Mensaje a la Nación, cambió de ritmo y espetó, m/m, lo que la mayoría de la población estaba esperando:

PONERLE COTO AL ABUSO CONGRESAL.

Digo m/m por cuanto, con muy buen criterio y para no trastornar en demasía el ya caldeado y putrefacto ambiente político, en vez de cerrar el Congreso emulando a AFF, planteó una salida salomónica: tanto él como los congresistas dejarán el poder el próximo 28 de julio, lo que, adicionalmente, nos lleva a abrigar esperanzas respecto a que en el tan mentado y esperado bicentenario, del recinto del antaño Primer Poder del Estado habrán desaparecido los impresentables, es decir, la mayoría.

Aunque algunos columnistas  se quejan que el gobernante actúa al ritmo y al son de las encuestas, estoy seguro que la que mediría la reacción pública ante el citado anuncio, sería favorable alrededor del 80%. Es decir, en atención a que “La voz del pueblo es la voz de Dios”, es innegable el gran acierto presidencial.

En atención al aserto que dice: “Un consejo hasta de un conejo”, humildemente, aquí el mío:

Señor Presidente: amplíe  la medida para los gobernadores ante el atroz peligro amenazando a varias regiones debido al evidenciado retraso mental de los elegidos.

Téngase presente, como bien lo mencionó el presidente, tanto el adelanto de elecciones generales como la propuesta para los gobernadores, tendrían que ser sometidas a referéndum, es decir, a la aceptación o rechazo del electorado peruano, por lo que bien valdría la pena matar dos pájaros de un solo tiro, además, obviamente, de darles la oportunidad a los peruanos desperdigados a lo largo y ancho de la patria de corregir el horripilante error perpetrado el pasado mes de octubre eligiendo absolutos incompetentes, cuando no trastornados, los cuales, de completar sus períodos, solo Dios sabe el calamitoso estado en que quedarían las regiones a su cargo.

Pregunta final:

¿Serán, los congresistas,  tan sinvergüenzas y pobres diablos, de oponerse y ponerle trabas a la idílica  propuesta?