“CHAPA TU CHORO…” y EL DOBLE DISCURSO

(Piura, 08 setiembre del 2015)

Luis Gulman Checa

A raíz de la idea/propuesta lanzada semanas atrás por Cecilia García, comunicadora huancaína, “Chapa tu choro, Perú”, que tuvo inmediata y extraordinaria acogida siendo replicada por todo el país; estamos leyendo y oyendo declaraciones de muchos personajes, relacionados con el statu quo, criticándola y descalificándola señalando que, de aplicarse, implicaría retrotraer la existencia humana a la época en que, nuestros antepasados, vivían en cavernas.

En principio, ambas posiciones son válidas y fundamentadas. La primera se afirma en la realidad:

La delincuencia, desde arriba - Comunicore, Ecoteva, Narco indultos, etc. -, hasta los estratos más bajos de la sociedad - extorsionadores, marcas, escaperos, etc. - campa y se robustece ante la inoperancia de  quienes deberían  combatirla hasta  borrarla del mapa,  propiciando su  proliferación. Semejante realidad dio pie a la natural propuesta de Cecilia García.

De la otra parte: magistrados, ministros, congresistas, policías, etc., optan por una posición, legalmente, inobjetable:

Todas las personas, por viles, corruptas y malditas que sean, tienen derecho a la presunción de inocencia (aunque fueran detenidas con un arete en la mano al lado de una mujer con el lóbulo de la oreja sangrando) y, por tanto, a un juicio justo e imparcial.

Incluso, con amparo legal, se han vertido doctas opiniones advirtiendo a quienes acogieran la propuesta de doña Cecilia  e hicieran justicia con sus propias manos, es decir, hablando en criollo, le “dieran vuelta” a un choro pescado in fraganti, serían pasibles de recibir severas condenas de carcelería.

¿Por qué el doble discurso?

Se supone que el Perú es un país unitario en el que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, de modo que, por ejemplo, un  comunero de Yanta tiene los mismos derechos y obligaciones que un culto y fino, digamos, catedrático universitario  que mora en una urbanización de clase media alta.






Pregunto:

¿Por qué, entonces, el comunero sí puede, impunemente, azotar, vejar y maltratar a un ser humano, dejando de lado la presunción de inocencia y/o el juicio justo, ante el beneplácito de todo el país, bajo el argumento de que ASÍ SE ESTILA EN LA SIERRA; mientras el fino catedrático, tan ser humano como el comunero, reaccionando ante la incalificable flagrante inconducta de un vil delincuente, le diera su merecido, sí sería pasible de una condena?

Reflexión final:

¡Qué triste y penoso papel el de fiscales y jueces condenando a seres humanos normales que  respondieron, casi inconscientemente,  a la voz de FUENTE OVEJUNA; mientras, paralelamente, auténticos delincuentes irredimibles - que entran y salen de los penales como Pedro entra y sale de su morada - se pasean delante de sus narices sin recibir las condenas que merecen!