LA PROCACIDAD EN LA CINEMATOGRAFÍA NACIONAL

(Piura, 23 setiembre 2015)

Luis Gulman Checa

Recién vi la promocionada cinta de Salvador del Solar, Magallanes y, francamente, me desagradó la excesiva e innecesaria utilización de lisuras, groserías y vulgaridades que, de haberlas obviado, la película no hubiera perdido nada y sí ganado mucho en calidad.

Preciso una escena protagonizada por Christian Meier - haciendo de abogado de clase media alta - instantes antes de ser raptado, cuando, respondiendo una llamada telefónica, usa  términos tan groseros, descomedidos y absolutamente fuera de lugar, que me trajo a la memoria los diálogos que suelen oírse cuando, desgraciadamente, se pasa al lado de un paradero de moto taxistas.

Digresión: Dígame, estimado lector, ¿buscaría usted los servicios profesionales de un abogado que se expresa cual vulgar “carretero”?

Otra escena chocante e inadecuada - por el ejemplo que puede significar para algunas  mentalidades - fue aquella en la que  Magallanes está libando con quien fue su compañero en Ayacucho, y éste, sin venir a cuento ni ser necesario, trata a su esposa como si se tratara de una basura.

Me hubiera encantado que la ofendida - encarnada por Tatiana Astengo -  le reventara en la cabeza una botella de cerveza al esposo agresor, lo que sí hubiera sido un didáctico y claro ejemplo de lo que debe hacer una fémina ante actitudes absolutamente inaceptables.

Se supone que películas como la comentada buscan lanzar algún mensaje, siendo, en el caso presente, hacernos recordar los abusos perpetrados, por las FF. AA. en Ayacucho a raíz del malhadado senderismo. Entonces, ¿cuál es la razón para ensuciarla tanto con ajos, emes, mentadas de madre y groserías sin fin, como también con el injustificado maltrato a la esposa, el que, para colmo, es aceptado dócil y mansamente por la ofendida?

Sería ilusorio negar que hay muchos peruanos que, efectivamente, responden a los  estereotipos representados en la película, pero, ¿se trata acaso de la gran mayoría de ciudadanos o son una minoría? Porque, si fuera lo segundo, por qué presentarnos ante el mundo como vulgares y ordinarios además de abusadores de nuestras propias esposas?