PANACEA ELECTORAL

(Piura, 29 setiembre 2015)

Luis Gulman Checa

En la última edición de “Caretas” aparece un artículo de Alberto Borea Odría titulado: Voto Preferencial y Degeneración Política, achacándole, como lo evidencia el título, a la existencia de tal voto   la responsabilidad por lo impresentables que, cada vez más, resultan las representaciones congresales.

Si en el país tuviéramos auténticos partidos políticos, su argumentación sería razonable porque los candidatos ocuparían los puestos que les correspondería en atención a su preparación, trayectoria y compromiso, de modo que serían los Partidos los que determinarían cuáles de los suyos accederían al Congreso.  Pero, ¿acaso hay un solo partido digno de ser calificado así o, por lo contrario, son mamarrachos armados según  “sople el viento” por aventureros que lo único que buscan es su propio beneficio y el de la camarilla corrupta que los adula?

¿Acaso el APRA, única organización que, hasta varios décadas atrás, sí merecía tal calificativo, no ha devenido en la chacra de Alan García y su jauría de incondicionales que, olvidando su tremendo “rabo de paja”, ahora se desgañitan acusando de todos los delitos al actual mandatario cuando, el mismo, a quien no calificaría de santo, sin duda devendría en simple “pirañita” frente a ellos?

La argumentación de Borea, reiterando lo que oímos hace tiempo sobre los ricos - con plata generalmente mal habida - comprando su ubicación en las listas en primer lugar, y luego, con nutrida propaganda más dádivas a los electores (¿el voto por un plato de lentejas?) logran ser electos; nos debería llevar a una conclusión elemental hasta para un alumno de primaria:

Eliminando la obligatoriedad del voto desaparece, automáticamente, el inmenso mercado a disposición de los impresentables para obtener votos, tanto por la masiva propagando como por el plato de lentejas. ¿Por qué?
Porque la gran mayoría de esa masa electoral dejaría de votar.

Además, una consideración elemental:

Si el voto es un derecho del ciudadano, ¿acaso no es también su derecho ejercerlo solo cuando le da la gana, como sucede en gran cantidad de países, incluidos nuestros vecinos Colombia y Chile?