¿HABRÁ MUTADO EL VARÓN?

(Piura, 09 junio 2018)

Luis Gulman Checa

Aparentemente, algo habría afectado la mente de los varones al haberse volcado, con uñas y dientes, a golpear, asfixiar, insultar, apuñalar, abalear y descuartizar a sus parejas, a pesar que muchas son madres de sus propios hijos, tal y como si ellas fueran bestias salvajes y/o implacables enemigas.

Es chocante, espeluznante y, diría, contraproducente, la brutal y cotidiana difusión de  hechos deplorables e impropios de seres humanos graficando, con puntos y comas, los atentados/agravios de estos auténticos bestias contra sus parejas. ¿Por qué contraproducente? Por cuanto, así como las campañas publicitarias propenden a elevar el consumo de los bienes o servicios que son ofrecidos, así también, la pormenorizada  difusión de los citados ataques, les estarían abriendo los ojos a los potenciales agresores para aplicar los mismos procedimientos a sus futuras víctimas.

Sin embargo, ¿acaso no debiéramos preguntarnos si, efectivamente, el varón ha mutado o, por lo contrario, estas inconductas se han dado desde siempre?

Al respecto, me viene a la mente la (in)conducta de Enrique VIII, rey de Inglaterra más de 500 años atrás, concluyendo que el abuso del varón contra  la mujer no es de data reciente sino que siempre habría estado presente.

Aunque, supuestamente, no tan grave como los hechos citados líneas arriba, también se han puesto en boga  las denuncias de féminas por haber sido acosadas y/o violadas, tiempo atrás, por hombres que tenían preeminencia sobre ellas.  Un ejemplo:

El presidente, jefe o mandamás de una entidad, prendado de una dama espectacular, digna de reinar en Hollywood, y que integra el personal a su cargo, delicada o toscamente, le dice m/m: ¡Te acuestas conmigo o te quedas sin chamba!

Tales actitudes, impropias de un hombre auténtico, si de verdad se dieron, serían equiparables a los delitos perpetrados por  ladrones de cuello y corbata, pues, subrepticiamente y sin arriesgar el pellejo, serían peores a quienes, errada pero francamente, atentan contra la mujer segándole la vida.

Cambiando cristal y en atención a que ambos, mujeres y hombres,  han sido hechos a imagen y semejanza de Dios, acaso no debiéramos plantearnos la siguiente reflexión:

¿No habrá, igualmente, mujeres abusadoras, en distintos grados y modalidades, contra los varones?