MINERÍA: DESTRUCTIVA, CONTAMINANTE Y CORRUPTORA
(Piura, 12 junio 2018)
Luis Gulman Checa
La minería, extracción de los minerales
dispersos en la naturaleza, es la más vil de las actividades humanas al atentar
contra la pureza tanto del medio ambiente como sobre las límpidas aguas que el Creador nos regaló.
Sin embargo, no solo afecta/destruye la naturaleza
sino también al hombre, porque éste, si bien ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios, inexplicablemente, a veces se comporta cual engendro del
mismísimo Satanás permitiendo que el
desenfreno por enriquecerse se
apodere de su espíritu.
Así
como abundan autoridades que recibieron nuestra confianza y juraron por Dios y
por la Patria ejercer sus funciones limpia y honradamente para, posteriormente,
robar sin descanso ni medida abjurando de sus promesas/compromisos; también hay personas quienes enceguecidas por el
brillante, valioso y costoso oro, no
dudan en sumergirse en las entrañas de la tierra para extraerlo aunque para
ello tengan que envenenar el medio ambiente con productos que, más temprano que
tarde, atentarán contra la vida y la salud de tantas personas humildes,
creyentes y respetuosas de los Mandamientos
entregados a Moisés.
¿Acaso, este crimen monstruoso conturba el
espíritu de estos seres insaciables para quienes lo único trascendente en la
vida es incrementar su riqueza aunque ello implique dejar tirados en el camino
cientos o miles de cadáveres envenenados a consecuencia de su desquiciado afán?
En absoluto, no solo les importa menos que un
comino sino que, para peor, el exceso de dinero exacerba sus bajos
apetitos/instintos y fomentan la explotación sexual pervirtiendo innumerables
jovencitas necesitadas.
Para peor, imitando a las bestias salvajes
que se matan a dentelladas disputándose los restos de un cadáver, también, cegados por la envidia o el deseo
desenfrenado de incrementar sus fortunas hasta el infinito, se matan entre
ellos para apoderarse de los filones del occiso.
El asunto se agrava porque esta lacra social,
a pesar del cotidiano bombardeo que recibe tanto de los medios de prensa
locales como de pulquérrimas instituciones cuya función es proteger al ciudadano
como, por ejemplo, la impoluta Defensoría del Pueblo; en vez de ir desapareciendo
cada día parece más fuerte, prepotente y
robustecida.
Ante tal estado de cosas, me viene a la mente
la siguiente reflexión:
¿Qué nos pasó a los
aguerridos piuranos que, años atrás, echamos cual perros sarnosos a quienes
pretendían desarrollar actividad minera moderna, limpia y legal y, ahora mismo,
continuamos oponiéndonos a la explotación, bajo las mismas condiciones, del
formidable yacimiento sito en Huancabamba y Ayabaca, mientras, paralelamente,
permanecemos impávidos, cual seres
descerebrados, ante la nefasta actividad
realizada en las cabeceras de las cuencas costeñas por los criminales que
realizan minería ilegal, a quienes me he referido, con puntos y comas, en los
párrafos precedentes?