ALAN: MIS RESPETOS Y AGRADECIMIENTO
(Piura, 17 abril 2019)
Luis Gulman Checa
Cuando Alan García acaba de fallecer luego de
descerrajarse un tiro en la sien antes de ser detenido a raíz de las
investigaciones del caso Lava Jato, me invaden emociones encontradas, pues, de
una parte, considero respetable que una persona, en pleno uso de sus facultades,
opte por suicidarse antes de verse obligado a descender del altar
en el que se mantuvo por décadas, como hubiera sido su caso por su reconocido
y fenomenal
Ego - como quedó reconfirmado cuando, meses atrás, vino orondo desde España
ante una convocatoria del Ministerio Público como si fuera intocable, cuando
hasta un ciego vislumbraba que le caerían con todo - para ir a dar a una cárcel.
Sin falsas modestias, tiempo atrás
pronostiqué que un expresidente se suicidarían antes de volver a prisión, en la
época que Alberto Fujimori estaba libre a raíz del indulto otorgado por PPK,
haciendo alusión a su condición de 100% japonés y al legendario seppuku, clásico ritual de los
hijos del Sol Naciente cuando su honor está en entredicho.
El pronóstico no se cumplió al 100% al haber
sido AGP quien optara por la respetable decisión de quitarse la vida antes de
terminar condenado y encarcelado, por cuanto, si restaban pocos días para la declaración
de Jorge Barata, la cual, según él mismo reiteró, lo dejaría limpio de polvo
y paja; el sentido común indica que tal no hubiera sido la situación,
razón por la que habría optado por el suicidio.
El Partido Aprista, que fue
arrasado/destrozado por él, quizá, en el futuro próximo podría estarle agradecido
por su drástica decisión, por cuanto su muerte en semejantes circunstancias
equivaldría a una semilla depositada en terreno fértil de la que brotaría una
renacida Apra con ramas sanas y fructíferas libres de la pesada lacra que -
cual hienas carroñeras siguiendo a la fiera que iba abatiendo y mordisqueando
presas - significó la corte de indefendibles que se cobijaron y medraron a su
sombra los últimos tiempos.
Otro lauro innegable para AGP, es el haber sido el primer mandatario o ex
que, antes de verse humillado/maltratado/vejado, como todos aquellos que a lo
largo de nuestra vida republicana fueron defenestrados por golpes de Estado y
salieron caminando tranquilamente; prefirió quitarse la vida, así lo creo, para
evitarle a los incontables apristas desperdigados en el ámbito de la patria, la
vergüenza de ver condenado y encarcelado a quien fuera dos veces mandatario
elegido por nosotros.
Mis sentidas condolencias para sus deudos.