COMERCIO AMBULATORIO: ¿PODRÁ ERRADICARSE?
(Piura, 16 abril 2019)
Luis Gulman checa
Ante la evidencia que el primer paso del
flamante alcalde para convertir a Piura en una ciudad bella es erradicar
la invasión de vendedores ambulantes, ya no solo en el mal llamado Mercado
Modelo sino en calles, plazas y avenidas; vale la pena reflexionar respecto a sus
probabilidades de éxito.
La primera y obvia conclusión es que tanto
este mal como otros, como, por ejemplo, lava carros en el centro de la ciudad;
motociclistas ofreciendo servicio de transporte público; vendedores de drogas;
etc., proliferan y gozan de buena salud por la simple y obvia razón que cuentan
con nutrida clientela. Es decir, el pueblo, el soberano, aquel cuya voz
equivale a la de Dios, demuestra estar feliz y encantado con el despelote
generalizado.
Así, entonces, mirando la citada invasión
bajo otro cristal:
¿Qué derecho le
asistiría a la autoridad para atentar contra la tranquila permanencia y
crecimiento de vendedores ambulantes, estando el soberano feliz
con ellos?
Situación similar se da en el caso de la
basura que cunde incontenible por doquier sin que ello pueda achacársele al
Maligno, pues, como es claro y evidente, su proliferación se debe a que, otra
vez el soberano, el pueblo, goza y se siente a sus anchas desperdigándola a
diestra y siniestra.
Entonces, según lo expresado, podríamos
concluir que es la ciudadanía (sí, la misma que muchos caídos del palto claman
porque se encargue de supervisar la Reconstrucción con Cambios) la única
responsable de la proliferación de toda clase de lacras, calificativo que un segmento de la sociedad
aplicaría a los males señalados.
Por lo expuesto, va quedando patente que la
tarea previa, básica y fundamental para que Piura se convierta en una ciudad
bella, es educar a la ciudadanía, lo que, en atención al aserto que
dice “la
letra con sangre entra”,
Implica, necesariamente, REPRIMIR/SANCIONAR todas las acciones de los ciudadanos que atenten
contra las normas: 1) Treparse a una motocicleta colocándose un casco que sabrá
las porquerías que contiene; 2) Hacer lavar el auto en el centro
de la ciudad; 3) Hacer tronar el claxon, día y noche, por las puras, etc.
Obviamente, respecto a los ambulantes, su permanencia
o desaparición dependerá, únicamente, de los ciudadanos según continúen haciéndolo
o dejen de adquirir sus productos.