MUERTES Y RENACIMIENTOS

(Piura, 22 abril 2019)

Luis Gulman Checa

Tan igual como las plantas antes de morir, por efímera que fuera su existencia, producen  por lo menos una semilla para perpetuar  la especie; así también, reflexionando a raíz del accidente que segó la vida de varios apristas que se dirigían a Lima para asistir al sepelio de Alan García, se me acentúo la idea que esta serie de decesos podría significar el rebrote de un Partido Aprista moderno, renovado, limpio y digno heredero de su fundador, Víctor Raúl Haya de la Torre  quien  fuera bendecido por Dios con  una acrisolada honradez, justa y precisamente, la cualidad que según parecería estar demostrado,  se ha esfumado del Perú, incluidos los gobernantes, de capitán a paje.

Décadas atrás, el año 1979, al morir Haya de la Torre, el Partido enfrentó una encrucijada que, comparada con la actual, fue un juego de niños. ¿Por qué? Por cuanto, en aquella época,  estaba plagado de personalidades de altísimo calibre y calidad en todo sentido, abundancia  que originó lo que podría denominarse el problema.

¿A qué problema me refiero?

A que, también humanos, en vez de sentarse en torno a una mesa y escoger al más idóneo para representarnos en las  elecciones del año 1980, quien, sin la menor duda, puestas todas las cartas sobre la mesa, especialmente la familia, era Andrés Townsend; el diablo capturó el espíritu de Armando Villanueva y se armó una estúpida y suicida batahola, responsable de la aparición de Alan Gracia en las elecciones del año 1985 y el inicio del camino que sepultó el Partido en el infierno.

Ahora, desaparecido quien mal que bien se consideraba el líder, a diferencia de la situación al morir Haya de la Torre, por ahora no asoma en el horizonte partidario ni una mínima luz alumbrando el futuro, lo que nos lleva a concluir que enfrentaríamos una encrucijada, aparentemente, insalvable.

Sin embargo, como las personas de bien jamás deben abandonar la esperanza, debemos confiar que, así como décadas atrás surgió AGP para, luego de encumbrarse terminar enterrando el Partido, en la hora actual, cual Moisés salvado de las aguas para liberar al  pueblo judío, aparezca un digno émulo y seguidor de Haya de la Torre que lleve el Partido a las alturas.