FACTA, NON VERBA

(Piura, 02 agosto del 2016)

Luis Gulman Checa

Para no incurrir en la inconducta del impresentable César Acuña, la frase latina del
título - hechos, no palabras - la pronunció Cayo Julio César, siendo muy oportuna traerla a colación cuando acaba de asumir un nuevo gobierno, algunos de cuyos representantes, innecesaria y tontamente, están hablando más allá de lo necesario. Incluso, respetuosamente, me atrevería a recordarles el conocido adagio:

EN BOCA CERRADA NO ENTRAN MOSCAS

Por ejemplo, ayer por la noche, jugando con el control remoto, encontré a Mercedes Araoz desgañitándose dando explicaciones a una interlocutora invisible. ¿Qué hacía la simpática y bien presentada Meche en ese set televisivo? ¿Acaso  no se ha enterado que la campaña ya culminó y ahora debe abocarse a otros menesteres?

Señores miembros del Ejecutivo: ustedes no han sido elegidos y/o designados para “pararles la olla” a los conductores de programas televisivos, por cuanto, por si no han notado, es ello lo que hacen cuando acuden a sus “invitaciones”.

¿Qué diferencia hay o habría entre la actual situación del Ejecutivo peruano y el Comando Militar de un país en guerra contra su vecino? Absolutamente ninguna, pues ambos, Ejecutivo y Comando Militar deben ser cautos manteniendo en reserva sus planes, sean de gobierno o de guerra, para encontrar al enemigo - Fuerza Popular o el país vecino - con los pantalones abajo propinándole una soberana y merecida paliza.

Sería tonto negar que PPK metió la pata hasta la rodilla yéndose de boca con el legítimo razonamiento sobre el gran número de congresistas, supuestamente, propiedad de Keiko, en el sentido que eran transables, es decir, convencibles para no decir comprables como  hizo la dupla Fujimori - Montesinos el año 2000.

Espero y confío que tal desliz haya sido consecuencia de la entendible borrachera de felicidad por haber logrado su anhelo de tener la oportunidad de cambiar, para bien, el Perú, en agradecimiento por lo que a sus padres y a él mismo  les deparó el país.

Dejen que el llamado Cuarto Poder del Estado se las arregle por sí solo, alimentándose no de vuestras declaraciones sino, como debe ser, de vuestras acciones.