BOMBA ATÓMICA

(Piura, 11 agosto 2018)

Luis Gulman Checa

Explotó en la sierra de Piura sin previo aviso, pues, mientras para la opinión pública el túnel que debía trasvasar el agua del río Huancabamba al valle del Alto Piura venía perforándose lentamente pero sin pausa, voló por los aires al difundirse la información que la empresa contratista encargada de la obra, de la noche a la mañana,  lió sus bártulos y desapareció dejando colgadas a innumerables personas, además, obvia y naturalmente, al dueño de la obra: el Proyecto Hidroenergético del Alto Piura.

Esta información parece una broma apropiada para sacarla a la luz un 28 de diciembre, Día de los Inocentes, por cuanto, por ejemplo, es entendible que un  conductor moroso abandone un local comercial a la medianoche de modo que, al despuntar el alba, no queden rastros de su paso por el inmueble, pero, tratándose de un contratista  como el desaparecido, con gran cantidad de maquinaria voluminosa, bienes y campamentos, es inaceptable y/o ridículo que se esfume tal y como han dado a entender los medios el día de hoy.

Sin embargo, no estando en diciembre, debe aceptarse que lo informado es una realidad avizorándose la segunda rescisión de contrato para la misma obra lo que nos debería llevar a recapacitar respecto a qué medida deberían adoptar nuestras autoridades habida cuenta la evidente maldición que pesa contra el anhelo alto piurano de mejorar el riego de su valle con agua del río Huancabamba. Al respecto,  una sugerencia:

·          Fletar un  moderno y cómodo bus.
·          Embarcar a César Trelles, Javier Atkins, Reynaldo Hilbck, todas las austeras y desinteresadas personas que se sacrificaron integrando el Consejo Directivo del Peihap y, finalmente, los gerentes generales que pasaron por el cargo desde  el primer día.
·         Arrancar y enrumbar a Huancabamba para seguir, usando el transporte habitual, a las Huaringas.
·         Una vez en el sitio, armar un aquelarre fenomenal hasta que se expurguen todas las lacras, vicios, coimas y demás hierbas que, indudablemente, tienen que haber estado infectando la obra desde el primer día.

En atención al conocido aserto que dice: A la tercera va la vencida, debemos confiar que la próxima licitación, la tercera, al fin, gracias a Dios y a los dignos caballeros de las Huaringas, seleccionará un contratista digno de tal calificativo, solvente, con experiencia y probada ejecutoria de eficiencia, probidad y profesionalismo, digamos, como Energoprojekt o Cosapi, por citar solo un par que han tenido un desempeño impecable en Piura y en el país.




Prueba de lo afirmado ut supra:

Las magníficas obras que integran el Sistema Chira Piura y, ahorita no más, el envidiable trabajo ejecutado por Cosapi en la remozada avenida Sánchez Cerro.

Comentario final: 

Un funcionario tiene que ser estúpido o corrupto hasta el tuétano cuando no toma todas las medidas posibles para que una obra a su cargo  sea entregada a la MEJOR EMPRESA CONTRATISTA DISPONIBLE.