CORRUPCIÓN: “NO HAY PEOR CIEGO QUE…”
(Piura, 08 agosto 2018)
Luis Gulman Checa
Ante la
incontenible catarata de grabaciones de
conversaciones telefónicas y correos electrónicos que nos viene atosigando, sembrando,
subliminalmente, la idea que la maldita corrupción es un mal reciente en el
país, inoculado por las corruptoras empresas contratistas brasileñas que
pervirtieron a nuestros sanos e impolutos gobernantes y funcionarios;
abruptamente, me vino a la mente la historia relatada por un allegado, más de medio siglo atrás, revelando que tal
lacra está en nuestro ADN.
Resulta que el
desdichado joven conducía un sábado al medio día una camioneta a baja velocidad
- por el abundante tránsito de personas rumbo a refrescarse en las aguas del
río Piura - y, estando próximo al puente Ñácara, abruptamente, un pequeñuelo conduciendo una
mini bicicleta que circulaba en sentido contrario, perdió el control cruzándose
en su camino siendo atropellado y, final y desdichadamente, pediendo la vida.
El conductor, con
cero alcohol en la sangre y sin incurrir en ninguna falta/delito como huir
dejando tirado al herido y/o desconocer los compromisos humanitarios habida
cuenta la condición familiar del occiso, el día lunes, con el correspondiente y
muy favorable parte policial describiendo exactamente lo acaecido y, también,
con el certificado negativo de anrtecedentes penales que en aquella época era otorgado
por las Cortes Superiores, concurrió al despacho del Juez Instructor, a la
sazón provisional, quien debía determinar la condición jurídica del imputado.
Cuando el abogado
defensor le planteó que debía decretar Comparecencia, el juez, le retrucó:
Negro, si le doy
comparecencia VAN A DECIR que me has pagado, entonces decretaré detención y,
automáticamente, libertad provisional. (*)
Así sucedió y el joven pisó la cárcel y, en
el término de la distancia, estuvo en la calle con libertad provisional,
concurriendo con su diligente y estrechamente relacionado abogado a disfrutar
de un cebiche y las consabidas cervezas heladas donde el “Pabudo” Trelles.
Obviamente, la libertad condicional implicó
el depósito de una caución fijada en S/.10,000,00 (DIEZ MIL SOLES ORO) que se
efectuó inmediatamente, es decir, antes que el juez concediera la libertad
provisional.
Transcurrió el tiempo, el proceso siguió su
curso y, felizmente para el imputado no fue preciso tomara asiento en el banco
de los acusados ante el Tribunal Superior que conoció el caso al sentenciar
fuera de lugar procesarlo, conclusión que, dicho sea de paso, fue a la que
debió arribar el Juez Instructor Provisional que lo envió a la cárcel.
Entonces, ante tal situación, recordando que
la suma de diez mil soles estaba durmiendo en arcas estatales esperando la
sentencia judicial, ante el referido fallo, el imputado, con un breve y simple
escrito, debía recuperar su dinero.
Qué cree usted que
sucedió, estimado lector:
¿El desafortunado
joven recuperó el dinero o nunca más pasó por sus manos?
(*) ¿Cómo calificar la actitud de un juez que,
en la balanza de la justicia que debe ser ciega y sorda, considera el qué
dirán zurrándose en los derechos del imputado?