FÚTBOL: ¿DEPORTE O GUERRA A MUERTE?

 

(Piura, 13 octubre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Chocante y repulsiva la página deportiva del diario “El Tiempo”, edición de la fecha, mostrando a Neymar y Coutinho con la verde amarilla de los cinco veces campeones del mundo y Carrillo y Farfán, luciendo la blanca con franja roja de nuestro seleccionado, tal y como si fueran bestias salvajes a punto de destrozarse a dentelladas.

 

Pensando  bien, debe entenderse que tal alegoría ha sido el camino tomado por el diario para levantar el ánimo/espíritu de los hinchas piuranos cuando, dentro de unas horas, se sitúen frente a los televisores para presenciar enfrentamiento tan colosal, con la esperanza que sus rugidos, alentando a los nuestros,  se oigan hasta el Estadio Nacional.

           

Digresión:

¿Acaso no es evidente que algunas personas, en su fuero íntimo, miran y perciben a los futbolistas como las bestias que el diario ha sugerido, como lo estaría demostrando su asombro/asco/desprecio por la probable participación de un exfutbolista en el próximo proceso para elegir presidente de la República? Sin embargo, recordemos que un actor de reparto de películas de medio pelo del lejano oeste, luego de ser elegido gobernador de California, se posesionó del despacho oval del país más poderoso del mundo.

 

El fútbol, como todo deporte, es una actividad competitiva y reglamentada en el que se enfrentan 11 contra 11 (últimamente también pueden ser hembras) en un amplio campo con el objetivo de introducir el balón en la meta del contrario custodiada por un arquero, único que puede asir el balón con las manos dentro de un área delimitada.

 

Como es obvio y sabido, la bestialidad no solo no está permitida sino es pronta y radicalmente castigada echando del campo al infractor dejando su equipo en inferioridad numérica.

 

Entonces, el fútbol, evidente e innegablemente, el rey de los deportes, lejos de ser un enfrentamiento (por definición  deja muertos y heridos) es una lid o competencia entre seres humanos pensantes y racionales dotados no solo de atributos y condiciones especiales relacionados con el manejo del balón, sino también de inteligencia, por cuanto, al ser una actividad de conjunto (distinta, por ejemplo, al lanzamiento de bala que sí puede ser realizado por un virtual descerebrado) es imprescindible pensar y razonar, a la velocidad del rayo, para tomar la mejor decisión respecto al toque que se le dará al balón.

 

Alguien podrá decir, y con razón: “Pero hay muchos futbolistas que de inteligencia no muestran nada”. ¿Qué respuesta merecerían?

 

Es un mal general: miren el asqueroso Congreso.