FELIZMENTE NO NOS AZOTAN HURACANES

 

(Piura, 09 octubre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

¿Hasta dónde se oirían nuestros lamentos si Piura estuviera en la ruta de los destructores huracanes asolando permanentemente el Caribe?

 

Apreciando en los medios escenas y descripciones de los destrozos e inundaciones causados por el último de estos reales soplos de Satanás, bautizado “Delta”, ni más ni menos que en la zona turística de Cancún, México; por comparación me vino a la mente qué sucedería y/o qué haríamos los piuranos si - Dios jamás lo permita - un fenómeno así se abatiera sobre nosotros.

 

Para comenzar, a juzgar por lo que está aconteciendo en estas tierras luego del llamado “Niño Costero” presentado el 2017, estimo que pasaría no menos de un siglo para medio remediar los destrozos que se originarían tras el paso de tan feroz “Atila Climático”. ¿Por qué? Por cuanto, habiendo transcurrido más de 40 MESES, lapso en el cual una madre laboriosa hubiera podido parir cuatro hijos, la tan mentada y rimbombante “Reconstrucción con Cambios”, creación ad hoc para reconstruir Piura y anexos tras el paso de tan bárbaro fenómeno,   continúa siendo una entelequia incapaz de dar pie con bola. Sin embargo, sí ha sido proficua en la generación de “Zares de la Reconstrucción”, con todo respeto pero con franqueza, cada uno peor que el otro. ¿En qué me baso para formular crítica tan fuerte? En la memoria de San Mateo refiriéndose a los falsos profetas: POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS.

 

No conozco y casi seguramente no conoceré Cancún en el futuro, sin embargo, me atrevo a asegurar que en un plazo que no excederá los tres meses, en la zona no quedará rastro de los daños originados por el huracán, a excepción, se comprende, de los árboles arrancados de cuajo por los desenfrenados vientos, aunque sus reemplazos  ya estarán hundiendo sus raíces en el suelo.

 

El fin, lejos de zaherir, es hacernos reflexionar respecto a nuestro comportamiento que deja mucho que desear. Nuestra abulia y dejadez es comparable a la actitud del invitado a un ágape incapaz de tomar los cubiertos y degustar los manjares puestos en la mesa, pues, orondo y satisfecho, estará repantigado en su sofá esperando que alguien se los dé en la boca.

 

Una muestra de lo afirmado:

 

Fuimos bendecidos con dos formidables obras de infraestructura de riego que pudieron potenciar Piura a la estratósfera. Sin embargo, emulando al invitado al ágape, seguimos, figurativamente, repantigados bajo un frondoso algarrobo permitiendo que semejante don se desperdicie plantando arroz.