ANTI MINERÍA: ¿QUÉ HABRÁ DETRÁS? (I)

 

(Piura, 04 noviembre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

¿Sería imaginable que una persona perdida en el desierto y rescatada tras varios días se niegue a humedecer sus labios con unas gotas de agua? Imposible, más bien el rescatista tendría que frenarla para que no trague toda la disponible. Sin embargo, tal figura es la que se aprecia en la sierra piurana, Ayabaca y Huancabamba, cuando se pone en el tapete la conveniencia de explotar los yacimientos de Río Blanco. ¿Por qué? Por cuanto, tal y como si la zona contara con infinitas cornucopias de las que manan toda clase de alimentos y riquezas, de modo que los piuranos de las alturas vivieran en un auténtico y real paraíso: la realidad, monda y lironda, es que la mayoría se debate en la miseria.

 

El estandarte que hacen flamear quienes se oponen a explotar tremenda riqueza aún desperdiciada, se resume en la frase siguiente: “AGRICULTURA SÍ, MINERÍA NO”, lanzando el implícito mensaje siguiente:

 

Mientras trabajar la tierra para procurarnos alimentos es una actividad tan pura e inmaculada como la Virgen María, la minería es impulsada por Satanás para desaparecer de a pocos a lo población por la mortal contaminación.

 

A todos quienes lanzan tan falaz y traicionero mensaje les recuerdo que cunden, a lo largo y ancho de la tierra, pruebas palpables de lo bien que prosperan, codo a codo, ambas actividades propendiendo así al bienestar de las poblaciones, ellas sí, obviamente, inteligentes.

 

Transcribo un párrafo del artículo de Tomás Unger (sabio peruano) publicado en la edición de “El Comercio” del día de ayer: “Una de las consecuencias de esta presión demográfica (*) fue la expansión de áreas de cultivo a costa de los bosques. Con el crecimiento de la agricultura creció la demanda de agua y el uso de abonos, insecticidas y herbicidas, que comenzaron a contaminar ríos y - lo más peligroso - la napa freática”.

 

Digresión:

 

Recuerden la época dorada de la producción de algodón Pima en Piura cuando los cielos estaban plagados de avionetas lanzando venenos al espacio para combatir las plagas que dañaban el cultivo. ¿Cómo diablos, en aquellas épocas, no salieron a la palestra,  émulos de los actuales anti mineros (bien comidos, vestidos y alojados en contraposición a sus supuestos defendidos)) oponiéndose a semejante crimen, atentando, real y efectivamente, contra la pureza del medio ambiente? Una prueba de lo afirmado: una vez desaparecido el cultivo y las avionetas fumigadoras, las calles, plazas y avenidas de las ciudades se vieron invadidas por palomas y ardillas (que estuvieron al borde de la extinción)  al extremo que pueden calificarse como plaga.

Piuranos de las alturas: tengan presente que todas las actividades humanas contaminan, incluidas las miles de moto taxis circulando por las ciudades costeñas piuranas, muchas de las cuales son conducidas por hijos vuestros obligados a migrar buscando el sustento. Pregunto: ¿Sería justo y razonable que las supuestas Rondas Citadinas (emulando a las vuestras) los persiguieran, apalearan y echaran por venir a jodernos la vida?

 

(*) El tema es el efecto de la explosión demográfica sobre el clima.