CONTINUAMOS SUPERÁNDONOS

 

(Piura, 10 noviembre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Los peruanos, firmes, decididos y unidos como un solo puño, seguimos arrollando y estableciendo registros mundiales que, no tengo la menor duda,  ningún país podrá superar así la tierra siga girando otros 10,000 años:

 

Acabamos de establecer la marca de SEIS presidentes de la República, consecutivos, acusados de haber cometido “actos indecorosos” - terminología aterciopelada para no echar más leña al fuego - habiendo llegado todos ellos al cargo por la vía democrática, es decir, fueron aupados por nuestros votos.

 

Sin embargo, debe precisarse que uno de ellos, si bien engrosa la lista de los encausados, perecería que su real pecado fue ser un “pisado” y/o “saco largo”.

 

Reflexionando ante este hecho real y concreto, estando ad portas de concurrir  a las urnas para elegir un nuevo presidente de la República, no puedo dejar de preguntarme si el elegido coadyuvará a  superar el citado récord o será un enviado de Dios que nos sacará del terrible caos que nos asola.

 

Como la esperanza nunca debe abandonar nuestros espíritus y, a pesar que los candidatos a gobernarnos serían una virtual miríada, ojalá el próximo resultado electoral originara la siguiente sentencia:

 

El séptimo fue el Mesías.

 

No tengo la menor duda que, de continuar adelante el actual proceso electoral, real e indescriptible zafarrancho, todos los fieles, a lo  largo y ancho del país, debieran postrarse ante sus Cristos, Vírgenes, Cruces y Santos rogándoles interceder para que el elegido - constituyendo un milagro que dejaría la multiplicación de los panes y los peces como niño de pecho - sea el ansiado Mesías.

 

La otra opción - dado que la historia es un virtual tiovivo girando y repitiéndose constantemente - sería que el actual proceso en marcha, así como el expresidente Vizcarra recién recibió  una figurada patada, siga el mismo camino  y el ansiado Mesías nos llegue directa y prontamente, como sucedió tantas veces en el pasado, pero, ahora sí, en vez de un destructor y resentido “Atila”, un peruano de bien que nos eleve a las alturas que merecemos.

 

¿P

or cuál de ambas posibilidades, se inclinaría usted, estimado lector?