PIURA: IMPROVISACIÓN Y DESPERDICIO (I)
(Piura, 28 noviembre 2020)
Luis Gulman Checa
Me motivó leer en “Correo” - refiriéndose, con
vuestro perdón estimado lector, a la meada de gato que nos cayó la víspera - la
siguiente información acompañada de fotografías mostrando lagunas y calles
anegadas:
Lluvias evidencian la
falta de drenaje pluvial
Las calles amanecieron llenas de agua
De inmediato me vino a la mente que el tan
mentado “Drenaje Pluvial” es un término que cuando adquirí el uso de la razón,
más de 07 décadas atrás, no existía en absoluto, por cuanto, hasta entonces, en
el desarrollo de la ciudad había prevalecido el orden, la prevención y el
sentido común, de modo que cuando llovía el agua discurría por donde estaba
previsto sin causar molestias.
En esos lejanos y felices tiempos aún no habían
visto la luz, entre varios otros, los
siguientes desarrollos/edificaciones:
·
El
Mercado Modelo
·
La
Urbanización Santa Isabel
·
La
Unidad Vecinal
·
La
Urbanización del Club Grau y sus modernas instalaciones.
Además y por supuesto, no existía una sola
edificación que no estuviera dotada con techos a “dos aguas” en atención a que
siendo verdad que la ciudad se ubica en una zona desértica donde las lluvias
son esporádicas, cuando el cielo abre sus
compuertas lanza torrentes, de modo que primando el buen criterio y sentido
común, la población estaba preparada para soportar tales eventos.
Sin embargo, en algún momento, sin duda por
intermediación del maldito Satanás infectando muchos cerebros, la ciudad empezó
a expandirse tal y como si los responsables, en vez de seres pensantes e
inteligentes, fueran menos dotados que los pollinos, los cuales, como es sabido,
jamás
tropiezan con la misma piedra. Así, entonces, empezaron a surgir
urbanizaciones y barrios ocupando las llamadas cuencas ciegas, eufemismo para
designar depresiones de terreno a las
que solo les falta agua para convertirse en lagunas, lo que se concreta cuando
llueve.
Paralela, estúpida e irracionalmente fueron
desapareciendo los techos a dos aguas, sin duda por la proliferación de
arquitectos foráneos (¿limeños?) diseñando flamantes edificaciones sin que los
piuranos les advirtieran que estábamos en Piura y no en Lima siendo
inaceptables techos planos.
Entonces, como una primera y rápida conclusión,
es dable afirmar que los males y desgracias que sufrimos al recibir las que
debieran ser benditas lluvias, son
debidas a las graves omisiones perpetradas en el pasado.