ACONSEJANDO AL ALCALDE

 

(Piura, 02 noviembre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Pocos días atrás, sorpresivamente, nuestra ciudad amaneció plagada por personas de ambos sexos luciendo uniformes color negro y chalecos identificándolos como ojos y oídos de la autoridad local, con el obvio propósito de velar para que el cumplimiento de las normas vigentes se cumplan a rajatabla.

 

¿Quién podría estar en contra de tan sabia y apropiada medida ante el caos generalizado desatado en la ciudad en la que reina, desde tiempo atrás, LA LEY DE LA SELVA?

 

Sin embargo, habiendo transcurrido algunos días desempeñando su tarea sin  apreciarse una disminución del número de violadores de las normas, no queda otra opción que concluir que la decisión de inundar la ciudad con los citados servidores, si bien es respetable al estar orientada a hacer vivible nuestra antaño amigable  Piura, adolece de cojera deviniendo en inútil.

 

Exagerando con los ejemplos para que la idea quede clara, creo hubiera sido mil veces preferible y, también, habría costado una mísera peseta en comparación con el gasto actual, si la decisión hubiera sido nombrar una sólida, preparada y decidida fuerza de choque integrada por 10 personas, cada una premunida de pistolas disparando balas de 09 mm con tres cacerinas de repuestos totalmente abastecidas y cartuchos de dinamita en una bandolera en el pecho.   

 

Obvia y naturalmente, en atención al aserto que dice “Guerra avisada no mata gente”, la autoridad municipal tendría que haber llevado a cabo  una masiva campaña de difusión anunciando la creación de este represor cuerpo de élite así como las siguientes tareas que le serían asignadas:

 

·         A los vehículos cuyos conductores hicieran tronar la bocina, sea buscando pasajeros, acercándose a una bocacalle o instando a avanzar al  vehículo que lo antecede frente a un semáforo que prendió la luz verde, luego de hacerlo estacionar a la derecha; reventarles TODAS LAS LLANTAS a balazos.

 

·         Los vehículos circulando con escape libre, entre los que sobresalen motocicletas y moto furgones, recibirán orden de detenerse impartida por los citados cancerberos, quienes, si no fueran obedecidos, utilizarían las armas con las que estarían premunidos. Así, dejando de lado el castigo al conductor,  in situ,  volarían el vehículo con dinamita.

 

·         Los vehículos estacionados en esquinas (zurrándose en la pintura amarilla)  impidiendo la circulación, y los que sus alarmas truenan  cuando un can usa una de sus llantas como árbol; serán volados con un cartucho de dinamita.

 

·         Etcétera.

 

¿Exagerado? Podría decirse que sí. Sin embargo, está más claro que el agua, ante la desbordada violación de las normas  que, con medias tintas, nuestra ciudad continuará sumiéndose, cada vez más profundamente, en el hoyo del caos y desgobierno.