NO OLVIDEMOS NUESTRO MAYOR PROBLEMA (I)

 

(Piura, 11 noviembre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Siendo verdad que, como  todos los peruanos de bien que desean lo mejor para su país, los piuranos estamos  mayoritariamente de duelo por la decisión adoptada por el Congreso el pasado lunes  - el que se torna mil veces más doloroso debido a que tales incalificables llegaron ahí por nuestros votos  -; el auténtico y real mal asolándonos es la extrema sequía, cuyas nefastas consecuencias se agravarán por nuestra propia y punible  irresponsabilidad, cuando, ante la clara evidencia que estaba ad portas, irracionalmente, sembramos arroz (tirando la plata al gua)  vaciando los reservorios.

 

¡Qué diferente sería la situación de no haberse sembrado ni una hectárea de arroz!

Digresión:

 

Me viene a la mente la intrínseca responsabilidad de los ministros de Estado en cuanto hecho se produce en el ámbito del país, poniendo su cabeza a disposición del Primer Ministro, ante la menor metida de pata de algún funcionario de su dependencia. Así, me pregunto si, ante el virtual crimen implícito en haber tirado el agua, habrá algún responsable (s) al que, no tan figurativamente, lo capen sin anestesia, no por espíritu punitivo sino para que nunca más los funcionarios dejen de lado sus responsabilidades agachando la cabeza ante el reclamo de la masa, en este caso, la exigencia de los agricultores para plantar arroz. Me pregunto: ¿Qué diferencia habría entre la citada “grita”  y un masivo reclamo de conductores de moto taxis exigiendo gasolina gratis, es decir, en las mismas condiciones en las que se entrega la valiosa agua para el riego?

 

Tratándose de un HECHO CONSUMADO (el agua tirada es irrecuperable), asoma el aserto siguiente: “No hay mal que por bien no venga”, pues, el doloroso trance que sufrirán quienes plantaron arroz perdiendo lo invertido, debe servir para que en el futuro el agua regulada reciba el tratamiento que debió tener desde el primer día, más de medio siglo atrás. Recordemos que, de acuerdo a  ley, la tarifa que pagarían  los usuarios incluía el siguiente componente: RECUPERACIÓN DE LA INVERSIÓN, referida al costo total de la obra que permitió disponer de la misma más el componente referido al mantenimiento.

 

No obstante, fatalmente, el monto perdido por quienes sembraron arroz, equivaldría a una mísera peseta en comparación con la incalculable pérdida debida a que las grandes plantaciones desarrolladas con tecnología de punta, como el riego presurizado, enfocadas en producir para la exportación, y, además, generan una enorme demanda de mano de obra; QUEDARÍAN SIN RIEGO.

 

SOLO NOS QUEDA REZAR PARA QUE LA SEQUÍA SE ALEJE.

 

 

 

 

tratándola como oro líquido, tan igual como se la considera en el Alto Piura, por cuanto, para que discurra del reservorio a los campos, hay que pagarla por adelantado a su precio real.

 

Me pregunto cómo reaccionarían los visionarios funcionarios del Banco Mundial que hicieron posible el formidable emprendimiento de convertir un valle como el Bajo Piura - dependiente del irregular río Piura, es decir, prácticamente árido y obligado a bombear cuando el agua discurría - en la maravillosa zona de cultivo con riego permanente,  canales revestidos para regar por  gravedad y completo Sistema de Drenaje, si resucitaran (estimo todos deben haber fallecido) y constataran  el desastre en que devino, pues, habiéndose proyectado para plantar en la primera campaña el 80% del área con algodón Pima y el 20% restante con arroz en calidad de práctica cultural para lavar suelos y, en la segunda, cultivos de corto período (maíz, frejol, cucurbitáceas), con un consumo de m/m 15,000 m3/Ha./año; todo se fue al diablo, empezando por el sistema de drenaje, plantando dos campañas de arroz usando 30 a 40,000 m3/Ha. Sin duda volverían a morir en el acto