FLAGRANTE ESTULTICIA
(Piura, 09 noviembre 2020)
Luis Gulman Checa
Caminando por el centro de la ciudad a primeras
horas de la mañana llegué a la esquina formada por las calles Cuzco e Ica donde
estaba de pie un joven miembro de la PNP, quien, para mi sorpresa, permaneció
cual estatua sin que se le moviera ni un pelo de la cabellera cuando apareció
un motociclista por la primera de las nombradas, realizando evidente servicio de transporte de
pasajeros, haciendo tronar su bocina.
Vayamos analizando tal hecho:
1.
Se
supone que la presencia del policía tiene por objeto preservar el orden y el
cumplimiento de las normas vigentes.
2.
El
transporte de pasajeros en motocicleta está prohibido y, hacerlo, deviene en
falta o delito.
3.
El
tocar la bocina también está prohibido, siendo pasible de una papeleta (multa)
quien perturbe la tranquilidad pública.
4.
Entonces,
preguntémonos, ¿para qué diablos estacionan policías por la ciudad si van a
permanecer ciegos, sordos y mudos sin tomar medida alguna contra los
infractores de las normas?
Pero, ahí no terminó el vergonzoso y
desilusionante espectáculo, pues, al doblar la esquina para dirigirme a la
avenida Grau, ¿qué vieron mis ojos? Sí, estimado lector, adivinó, un lavador de
carros faenando uno con las puertas abiertas, cuando, con gran difusión
periodística, hace buen tiempo el gobierno municipal decretó la absoluta prohibición de lavar autos en el centro de la
ciudad.
Si alguien dijera que estoy refiriendo nimiedades,
le diría que una población merece calificarse como civilizada cuando respeta todas
y cada una de las disposiciones vigentes, por ello, ante el caos
generalizado imperante en nuestra ciudad, fatal y lamentablemente, debemos
aceptar estar a años luz de merecer tal calificativo. Resumiendo: en Piura
impera el salvajismo debido a la punible abulia e inacción de las autoridades
(in) competentes.
Sin embargo, en los últimos días han
aparecido informaciones resaltando el
empeño demostrado por la autoridad municipal para erradicar a los vendedores
ambulantes dejando la impresión que los mismos constituyen la peor
lacra asolándonos. Personalmente, discrepo de la evidente priorización
realizada por tal autoridad al dirigir sus baterías contra estas personas, las
cuales, bajo ningún concepto, constituyen el peor de los males que nos aflige.