OLVIDEMOS LOS “PECES GORDOS” Y VEÁMONOS LOS NUESTROS

(Piura, 08 febrero del 2017)

Luis Gulman  Checa

Partamos de una simple reflexión:

¿Es aceptable que los piuranos nos espantemos e indignemos ante la comprobación de la corrupción de Alejandro Toledo, tal y como si en Piura todo fuera  “coser y cantar”, es decir, como si no estuviéramos emporcados con la nuestra?

El día de ayer, en la edición de “Correo”, apareció una información horripilante proveniente de la antaño “Perla del Chira”:

Inician mudanza en la nueva sede judicial porque sus techos son una “coladera”.

Juzgados laborales regresan a atender al público en sus antiguas oficinas debido al inminente peligro.

Este flamante local judicial inaugurado el 2016, “fue cimentado sobre un terreno altamente inundable en la urbanización popular Nuevo Sullana, por lo que ante la mínima caída de las lluvias se forman aniegos en los alrededores que impiden el ingreso hasta de los mismos trabajadores”, consigna la información.

Entonces, los responsables no solo son corruptos por haber permitido una edificación de pésima calidad, sino que, además, son bestias indefendibles al hacerlo sobre una laguna natural.

Consideremos, además, S. E. u O., que las obras por las que A. T. exigió sobornos, fueron concluidas y su calidad no está en discusión, ergo, el daño  más que económico, fue de orden moral.

Sin embargo, tomemos un simple ejemplo para graficar nuestra corrupción: el Alto Piura puesto en marcha (en realidad tirado al desagüe) desde el inicio por César Trelles Lara y su banda:

¿Acaso ello no fue  peor que  la acción perpetrada por Alejandro Toledo, habida cuenta que,  transcurridos más de 06 años, el tan anhelado proyecto no solo NO EXISTE sino que el Estado (GRP) ya desembolsó varios cientos de millones de soles?

Entonces, quien resultaría peor elemento:


¿Alejandro Toledo o César Trelles?