LA VARITA MÁGICA: EL RESPETO AL PRÓJIMO

(Piura, 24 noviembre 2017)

Luis Gulman Checa

Hace pocos minutos asistía a misa en la iglesia San Francisco pasadas las 08 de la noche cuando, abrupta y salvajemente, pasó cual centella por la calle Lima alguien, supongo con aspecto humano, conduciendo una motocicleta carente absolutamente de sistema de escape produciendo un ruido de los mil demonios.

Concatenando ideas me vino a la mente el artículo publicado ayer referido a que la corrupción es nuestra perenne compañera desde el inicio de la colonia hasta nuestros días, formulándome la siguiente reflexión:

¿Qué diferencia a un gobernante que se zurra  tanto en su juramento como en el bienestar de la ciudadanía robando y desfalcando en pro de su propio bienestar, con un salvaje/descerebrado que, imitando al gobernante ladrón, se zurra en la tranquilidad y paz del prójimo violando impunemente las normas circulando indebida y arbitrariamente produciendo un ruido insoportable?

Igual reflexión es aplicable a todos quienes, violando innumerables normas tal y como si aún estuviera vigente la ley de la selva, perpetran alguna de las siguientes salvajadas demostrativas de su absoluta falta de respeto al prójimo:

·         Mean en plena calle.
·         Hacen tronar las bocinas de los vehículos demostrando su salvajismo.
·         Siguen adelante cuando los semáforos le muestran el color rojo.
·         Estacionan sus vehículos en las esquinas impidiendo la circulación.
·         No respetan al derecho peatonal de cruzar por las esquinas.
·         Forman corrillos - generalmente conductores de mototaxis o de motocicletas violando, de día y con sol, la norma que les prohíbe prestar servicio público de transporte - impidiendo el tránsito peatonal y profiriendo  a gritos, cual energúmenos, groserías sin fin.

Entonces, ¿qué hacer? La tarea de adecentamiento/higienización del país: ¿debe emprenderse de arriba hacia abajo (decapitando funcionarios corruptos, de capitán a paje) o de abajo hacia arriba reprimiendo (como sucede en los países auténticos) a la infinidad salvajes  zurrándose en el prójimo?

Lo más triste del asunto es que todas y cada una de las inconductas señaladas líneas arriba está expresa y claramente tipificada en nuestro ordenamiento legal con su respectiva sanción. Entonces, se preguntará usted, estimado lector, ¿por qué se dan tantas barbaridades?


¡Porque las autoridades, de todo nivel, están pintadas en la pared!