¿Y SI NO GANAMOS?

(Piura, 14 noviembre 2017)

Luis Gulman Checa

El día de mañana por la noche se pondrá en juego el futuro de nuestra patria en el Estadio Nacional de Lima, cuando   enfrentemos al seleccionado de Nueva Zelanda en partido decisorio para determinar cuál de ambos equipos estará presente en la etapa final del mundial de Rusia 2018.

Dos generaciones de peruanos jamás disfrutaron  la dicha de ver nuestra gloriosa camiseta en la etapa final de un torneo mundial, pues la última concurrencia se produjo en el torneo de España, en 1982 - en el que Brasil no fue campeón por un craso error de Toninho Cerezo ante Italia -, del que fuimos despedidos, hay que decirlo, por un muy poco amable equipo polaco que osó vulnerar cinco veces nuestra valla.

La próxima etapa final del torneo mundial sellará 36 largos años desde nuestra última presencia en tan formidable justa deportiva y, ahora, gracias a una especie de Maná que no cayó del cielo sino llegó de la Argentina, llamado Ricardo Gareca, estamos ad portas y/o con un pie en el estribo, de volver a ver, al fin, a  nuestra selección en tan formidable e inigualable evento.

¿Por qué el título del presente? Por cuanto es impredecible el resultado de un partido de fútbol. Ergo, siendo las matemáticas y/o la lógica materias que no tienen ninguna relación con deporte tan multitudinario y maravilloso,  nadie sabe cuál de ambos equipos acudirá a Rusia.

Naturalmente  que el cálculo simplista es el siguiente:

Si allá empatamos pese a que tuvimos varias oportunidades de anotar, en Lima los pasamos por encima y ya estamos en Rusia.

Digresión:

Igual razonamiento formularon los desconcertados italianos el día de ayer cuando su seleccionado enfrentó a Suecia en Milán tras haber caído en la ida por un gol a cero. Sin duda pensaron: acá les hacemos cinco. Sin embargo, el score no se abrió e Italia, varias veces campeón del mundo, no irá a Rusia.

¡Cuidado! Recordemos que, 67 años atrás, 1950, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, jugándose el partido final entre el dueño de casa, el fabuloso Scratch de Brasil, el gigante de Sudamérica enfrentando al representativo del minúsculo (en área) país rioplatense del Uruguay; sucedió lo impensable, increíble, inimaginable: Uruguay ganó el partido por 2 goles a 1 generando un auténtico cataclismo que produjo caos y muerte en nuestro colosal vecino.



Roguemos a nuestros Cristos, Vírgenes y Santos,  interpongan su intercesión  para que el día de mañana funcione la lógica simplona y ramplona y nuestro equipo logre la victoria. Ojalá así suceda, por cuanto, de lo contrario,  las consecuencias serían funestas e impredecibles. Imaginemos:

·         La recua podría culpar a PPK de la debacle y exigir, literal y realmente, su cabeza;  tan igual como Salomé logró que Herodes Antipas le enviara la  de Juan el Bautista en fuente de plata.

·         Los cientos de miles de jóvenes peruanos que se mostraron exultantes y optimistas los últimos días, podrían caer en suma depresión de graves e impredecibles consecuencias.


·         El Maná, Gareca, podría ser despedido, lo que generaría graves consecuencias  para el futuro de nuestro fútbol, por cuanto, aunque fuéramos eliminados  - Dios no lo quiera - la tierra seguiría girando y los balones de fútbol rodando.