P R E V E N C I Ó N

(Piura, 09 noviembre 2017)

Luis Gulman Checa

¿Quién discreparía de lo imprescindible que es la prevención - anticiparse a una dificultad, prever un daño - para evitar la ocurrencia de hechos destructivos/lamentables?

Como bien lo acaba de señalar nuestro Pastor, tal tarea es la primera que deberían acometer las autoridades concernidas para cortar/disminuir la fatídica racha de atentados/crímenes/accidentes que vienen conturbando nuestra tranquilidad y, enlutando y/o amargando, la existencia de muchas familias.

Motiva el presente un lamentable suceso acaecido el pasado día 1° del presente mes cuando un moto taxi fue arrollado por un vehículo cuyo conductor  habría ingerido más licor del permitido, lo que nos lleva a pensar que tal condición fuera la que lo llevó - involuntariamente - a causar este percance que dejó varias personas heridas.

Considero que si la idea/concepto/principio de PREVENCIÓN,  anidara aunque fuera mínimamente en el magín de las autoridades responsables, tanto el citado como muchos otros accidentes no hubieran ocurrido. Veamos:

En Los Ejidos han aparecido varios locales donde se arman/organizan lo que bien podríamos calificar como juergas monumentales las que, además, son profusa y masivamente difundidas de manera que toda la comunidad - incluida, debemos suponer, la PNP - está al tanto de ello.

Tampoco es necesario ser un genio o clon de Nostradamus para predecir que los asistentes ingerirán licor casi como si el mundo fuera a terminarse y tal fuera el último día que les quedara para libar, es decir, muchos  se mandarán una tranca de los mil diablos.

Además, imagino, debe haber infinidad de vehículos estacionados los que, como aún no han llegado a Piura los vehículos autónomos, necesariamente requerirán de un conductor, que participó de la juerga,  para conducirlos.

Ante el panorama descrito, ¿acaso, la siguiente medida preventiva, no debería ser tarea elemental de la PNP?:

Cuadrar un retén policial a la salida del “chupódromo”, con los consabidos alcoholímetros, y someter a todos los rigores de las normas vigentes (cana en la comisaría, dosaje etílico, papeletón, etc.) a cada uno de los conductores violadores de la ley.


Si el razonamiento expuesto tuviera fundamento, ¿no deberíamos concluir que la responsabilidad del citado percance, en última instancia, es achacable a la PNP por incalificable negligencia e incumplimiento de su deber de prevenir?