¿EMERGENCIA NACIONAL?

(Piura, 14 mayo 2019)

Luis Gulman Checa

Una somera revisión de los medios escritos, sobra para llevarnos al convencimiento que el Perú atraviesa una severa y generalizada crisis/emergencia, demostrada tanto por la confirmación que, desde décadas atrás, ha estado hundido hasta en el cuello en los miasmas de la corrupción, como por el imparable  brote de reclamos a lo largo y ancho del país, en los cuales, visiblemente, se perpetran actos contrarios a la ley ante la punible abulia y/o inacción gubernamental.

Siendo proclives a clamar por declaraciones de estados de emergencia cuando algún pitoniso climático pronostica la presencia de lluvias o sequías,  y, también, cuando el ambiente es invadido por insectos propagadores de algunos males, entre otras razones, pregunto:

¿Acaso no resulta imprescindible suspender las garantías constitucionales en todo el país ante el desborde de reclamos y atropellos a la ciudadanía en general?

Los gobernantes, aunque resulte obvio, tienen la indeclinable obligación de gobernar, es decir, imponer el respeto de las normas que rigen la vida pacífica, libre y ordenada en el ámbito de la patria.

Entonces, ante el desborde de reclamos violando el Estado de Derecho, considero que hasta para un ciego es imprescindible la suspensión de garantías.

Así, por ejemplo, no sería aceptable que un padre de familia irrumpa en el colegio en que estudia su hija de 15 años portando una pistola con cacerina abastecida al 100% para descerrajarla sobre el profesor que, según llegó a sus oídos, habría formulado propuestas subidas de tono a su retoño, por cuanto, guste o no, hay procedimientos legales establecidos para enfrentar situaciones como la señalada.

Si el supuesto planteado líneas arriba fuera coherente, preguntémonos cuánta similitud guardaría  la actitud del padre del ejemplo con la de los agricultores, a nivel nacional, en cuyo pliego de reclamos solo les faltó incluir la exigencia que, todas las personas comprendidas entre los 18 y 50 años, tengan la obligación de laborar una semana al año en cualquier chacra, sin goce de haber.







Una atroz contradicción resalta ante el reclamo de los agricultores, por cuanto, la razón de su protesta serían las pésimas condiciones, de todo orden, en las que se viene desenvolviendo su actividad, mientras, paralelamente,  somos informados de la maravillosa performance que vienen obteniendo diversos cultivos plantados en Piura, cuyas producciones son exportadas al mundo generando suculentas ganancias y, también, amplísima generación de mano de obra bien remunerada.

Mi diagnóstico:

La lacra que afecta a la agricultura piurana de ningún modo es achacable 100% a la dejadez/inacción del Estado, por cuanto, el origen, causa y razón de que la misma no sea una maravilla, está, fatal y lamentablemente, en la destrucción del Aparato Productivo Agrario de Piura por acción del “Atila”, Juan Velasco Alvarado, dejando la agricultura en manos de incompetentes y/o personas no idóneas.