LAVA JATO: ¿Y LA REFINERÍA DE TALARA?

(Piura, 16 mayo 2019)

Luis Gulman Checa

En el Perú nos parecemos a las ratas que salieron tras el Flautista de Hamelín hasta terminar ahogadas en el río, pues, imitándolas, ahora solo tenemos ojos y oídos para ¿regodearnos? con las cotidianas revelaciones referidas a la inacabable lista de funcionarios y ejecutivos peruanos quienes, coludidos con las contratitas brasileras, rapiñaron el erario atentando contra el bienestar de millones de compatriotas.

La reflexión que debiera plantearse cualquier peruano m/m pensante, sería:

¿Será creíble que la corrupción se circunscribió al caso Lava Jato, mientras, en  el resto del país, incluidos Poder Judicial, Ministerio Público, Ministerios, Gobiernos locales y regionales, etc., la honradez y pulcritud brillaba y refulgía cual radiante Sol de Colán o deslumbrante Luna de Paita?

¿Cómo podemos ser tan caídos del palto (gracias AFF)  que, teniendo ante nuestros ojos las radiografías, ecografías y todos los exámenes/análisis probatorios de la bárbara corrupción que imperó por décadas a lo largo y ancho del país; ahora mismo, ante la irracional/estúpida Repotenciación de la Refinería de Talara, permanezcamos indiferentes y sin mover ni un dedo ante tan incalificable latrocinio perpetrado contra todos los peruanos?

¿Deberemos esperar sentados a que dentro de 20 o 30 años, alguna persona ante el súbito despertar de su consciencia, decida desembuchar los intríngulis, trapacerías y componendas circunscritas en robo tan monumental?

A riesgo de parecer necio por reiterar el tópico, la maldita corrupción tiene innumerables rostros y formas de asaltar el erario ante la punible indiferencia ciudadana tal y como si tales rapiñas no atentaran, directamente, contra nuestro bienestar, futuro y propio bolsillo.

Un ejemplo actual y sangrante de lo expresado ut supra, lo tenemos en la desgraciada situación que viene soportando el Gobierno Regional de Piura cuya conducción, por libre y soberana decisión de los ¿electores?  piuranos, recayó en una persona quien, a todas luces, ya dejó perfectamente establecida su absoluta incapacidad para ejercer el cargo, por la generalizada corrupción perpetrada a través de la designación de funcionarios sin considerar su idoneidad sino, única y obviamente, como pago de favores por haber colaborado en el curso de la campaña proselitista.

Si ello no fuera corrupción, ¿cómo se calificaría?