TODO ESTÁ CONSUMADO
(Piura, 02 mayo 2019)
Luis Gulman Checa
Para el partido Aprista, al haberse probado
lo que era más que una sospecha ante la inexplicable fortuna acumulada por
quien se apropió del mismo por un cuarto de siglo, traicionando sus juramentos,
para beneficiarse a sí mismo.
Si los apristas de verdad fueran católicos,
deben apelar al sacramento de la Confesión, reconocer sus pecados, formular un
sincero propósito de enmienda y cumplir la debida penitencia, todo ello, se
entiende, figurativamente. ¿Por qué? Por cuanto, el cabecilla de la mafia que
copó y dejó al partido al borde del abismo, libre y voluntariamente, optó por
dejar este valle de lágrimas para eludir la justicia terrena sometiéndose a los
designios del Señor en quien creía fervientemente, como lo prueba las varias
veces que lo vimos recibir el Cuerpo de Cristo de manos de altos dignatarios de
la iglesia.
Como estará al alcance de cualquier mente,
Alan García se rodeó de multitud de ¿compañeros? para posibilitar sus latrocinios, muchos de los
cuales, si bien aún no han sido señalados por fiscales, están “sospechosamente”
identificados, por lo que, si se quiere
que el Apra renazca cual Ave Fénix, la primera medida a tomar - en caso,
demostrando carecer de un ápice de
vergüenza, no se esfumaran voluntariamente - sería escarnecerlos y
echarlos públicamente.
Digresión:
Habiendo aparecido como por arte de magia en
la asolada y saqueada Venezuela un Ángel Salvador y/o Vengador, como el
poco tiempo atrás desconocido Juan Guaidó; preguntémonos si en el Apra, en el
cuarto de siglo que fue infestada por la
plaga que recién fue sacada a la luz, no quedó
ni una sola persona limpia, honesta e informada que pueda levantar el limpio y brillante estandarte de Haya de la Torre,
recuperándolo de la cloaca en la que fue soterrado para que vuelva a brillar en
todo el Perú como una oferta digna y apropiada para, de una vez por todas,
enrumbar al país por la senda del
desarrollo, derrochando honradez y respeto a las personas.
Un llamado a los equivocados “compañeros”
que, guardando punible y criminal silencio, creen estar siendo leales al
Partido:
Si de verdad son
apristas, digan todo lo que saben en atención a la conocida frase: “La verdad
nos hará libres”. Consideren que el partido, en la hora actual, es comparable a
un cuerpo atacado por múltiples patógenos y, si queremos sanarlo, debemos
identificarlos y destruirlos.