ACCIDENTE QUE LLAMA A REFLEXIONAR
(Piura, 29 agosto 2019)
Luis Gulman Checa
La madrugada del pasado martes acaeció un
lamentable accidente de tránsito en la avenida Chulucanas dejando dos huérfanos
menores de edad, cuando el occiso, conduciendo una motocicleta a las dos
de la madrugada, perdió el control
chocando contra el sardinel muriendo al golpearse el cráneo.
Al
respecto, su hermana declaró lo siguiente:
“Él había estado en una reunión con unos amigos en el
asentamiento Los Algarrobos. Al momento que sufrió el accidente, retornaba a su
vivienda”
Esta información reproducida en varios medios,
obvia, indebidamente a mi parecer, un dato clave: precisar si la sangre del
occiso no contenía alcohol o si, por lo contrario, había presencia del mismo y
en qué grado. La observación es pertinente habida cuenta las circunstancias en
las que se produjo el accidente: 1) El occiso volvía de una reunión amical que,
se presume, había durado varias horas y, dada nuestra idiosincrasia, es
inimaginable no se hubiera libado; 2)
Teniendo en cuenta la hora, es presumible que no había tránsito vehicular,
ergo, el occiso, teniendo la pista a su entera disposición y, no mostrando el
vehículo signos de haber sido impactado por otro, debe haber sido el único
responsable del accidente, llevándonos a concluir que no estaba en condiciones
de conducir vehículo alguno y, menos aún, motocicleta.
Así, preguntémonos,
¿Acaso el más
elemental sentido común no debe llevarnos a pensar que, en este caso, es
evidente que el exceso de alcohol en la sangre fue el directo responsable de
tan lamentable muerte?
Entonces, en atención a que la mejor mentira
es la verdad y, también, que los medios deben respetarla en sus informaciones y
si, además, la sangre del occiso hubiera contenido alto grado de alcohol, lo
que los periodistas debieron preguntar de primera intención; ¿acaso el titular no debió ser?:
“Profesor, en estado etílico, se despista en motocicleta y muere”
¡Cuidado! No se trata de escarnecer al
difunto, sino de, aprovechando tan amargo y lamentable suceso, llamar a la
reflexión a los miles de motociclistas circulando en nuestra ciudad del grave
peligro que corren si conducen en estado etílico.
Mirando la
información a través de otro cristal, llama la atención que el occiso,
desempeñándose como profesor de primaria en Ayabaca, no solo radica en el
asentamiento Las Capullanas en la ciudad de Piura, cuando, idealmente, los
servidores públicos deben vivir en la localidad donde laboran; sino que, además
y para peor, estaba en esta ciudad un día de semana en vez de permanecer en su
centro de labores.
La información, en este caso sí fue acuciosa
(en contraposición a la grave omisión de precisar el nivel de alcohol en la
sangre) aclarando que “se encontraba en
Piura efectuando unos trámites afines a su trabajo como maestro”. (?)
¿Serán situaciones
como la presente, las responsables del pésimo nivel de la educación pública en
nuestro país?