ALTO PIURA: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

(Piura, 13 agosto 2019)

Luis Gulman Checa

A diferencia de la novela de García Márquez, donde la muerte es consecuencia de amores turbulentos, en el caso del Alto Piura empezó a gestarse desde que se le abrió la puerta cuando César Trelles Lara era presidente regional al infectarse con el virus de la corrupción, el cual, habida cuenta la incapacidad, ignorancia y rapacidad de sus gestores; anuló la posibilidad de que “todos ganaran”. ¿Qué significa? Que, así como ha sucedido en tantos grandes emprendimientos en el ámbito de la patria, los trabajos programados culminaron y los rateros nacionales se llenaron los bolsillos de sucio dinero.

En contraposición, en este caso, los únicos favorecidos, además del contratista original (habría que determinar si fue parte de la componenda o, realmente, fue estafado por el contratante),  habrán sido los representantes del Estado, salvo que, siendo puros e inmaculados, paralelamente, solo hubieran sido redomados ignorantes, hecho que, con franqueza, dudo.

Fatalmente, una vez más, los piuranos ganamos la medalla de oro a la incuria imitando a los bobalicones  borregos permaneciendo sordos e indiferentes ante las claras y explicitadas advertencias que el tan anhelado afán por regular el riego en el ubérrimo valle del Alto Piura, estaba escurriéndose por el desagüe al haber caído su ejecución en sucias y/o ignaras manos.

Sin embargo, rememorando, la incuria piurana respecto a este proyecto asomó décadas atrás, exactamente a mediados del año 1996 cuando apareció al frente del Consejo Transitorio de Administración Regional (GORE actual) un oscuro general EP ®, cuyo nombre es irrelevante, quien liquidó la entidad que tenía a cargo su gestión y había culminado el “Estudio Complementario de Factibilidad del Alto Piura”, siendo el siguiente e inminente paso convocar la “Licitación Pública Internacional para Ejecutar ESTUDIOS y Obras del Alto Piura”, siguiendo el mismo mecanismo utilizado para la ejecución de las tres primeras Etapas del proyecto Chira Piura.

Transcurridos m/m 08 años de tan aciago hecho, cuando el río Huancabamba ya hubiera tenido que estar irrigando el Alto Piura, recién, los lambayecanos, asociados con las altas esferas del gobierno central y asesorados por profesionales expertos y competentes, pusieron en marcha el mecanismo que logró llevarse el agua de nuestro río Huancabamba a las Pampas de Olmos, las cuales, para bien de Lambayeque y del país, lucen grandes desarrollos.

Recordemos también que el proyecto Olmos, desde su partida de nacimiento, tuvo la reserva de las aguas de diversos ríos interandinos, siendo el Huancabamba uno más. Sin embargo, ahora, estando ya disfrutando de su agua, cuya masa  anual es insuficiente para atender las demandas de ambos valles, no queda otra opción que aceptar que el Alto Piura, hasta nuevo aviso y por tiempo indeterminado, es un muerto en vida.
¿Qué hubiera sucedido si César Trelles Lara, en su calidad de autoridad competente, en vez de crear el Peihap, con la obvia intención de saquear el erario cargándolo con una recua de mamones de la ubre pública hubiera dejado en manos del Chira Piura, en calidad de su IV Etapa, como debió ser, el desarrollo del Alto Piura a partir de la derivación del río Huancabamba?

Que, captando nosotros en Tronera, aguas arriba de la derivación lambayecana, estaríamos felices y contentos mientras ellos, nuestros vecinos del sur, estarían removiendo cielo y tierra para lograr la derivación de uno o varios de los otros ríos que les fueron reservados.


Finalmente, ante la campaña mediática en marcha haciendo una telenovela sobre el futuro inmediato del Alto Piura y, habida cuenta los cientos de millones tirados al desagüe; los dos contratos de obra suscritos y rescindidos; los inconvenientes colaterales provenientes tanto de las deudas con proveedores del último contratista (¿acaso el Peihap lo avaló ante los proveedores?) como de los reclamos de los moradores de la zona quienes se dicen estafados por las autoridades regionales; el casi nulo avance de las obras y, finalmente, la manifiesta incapacidad entronizada en el gobierno regional de Piura, no se requiere ser Mandrake para pronosticar que el Estado le cerrará el caño.