¡ALERTA!: 2020 AÑO BISIESTO
(Piura, 01 setiembre 2019)
Luis Gulman Checa
Siendo sabido que los años bisiestos se
caracterizan por secos, es decir, las descargas de los ríos disminuyen al
extremo que los afluentes del Piura se secan en las alturas y,
por Ñácara, obviamente, no discurre ni una gota; luego de la larga
temporada que hemos disfrutado de años m/m normales, es conveniente reflexionar
sobre las medidas a adoptar cuando debamos enfrentar un año seco de verdad,
como podría ser el próximo, más aún cuando el año bisiesto de 1972, que inundó
el barrio Sur de la ciudad de Piura, pudo ser la Excepción que confirma la regla que
define los bisiestos como secos.
La razón que me mueve a insistir en el tema
es el mero sentido común, pues, sería necio pensar que los años secos desaparecieron
para siempre, ilusión acendrada por
cuanto venimos gozando de un largo período sin serias restricciones de agua, lo
que, teniendo en cuenta nuestra mala memoria (demostrada cuando olvidamos que
llovía y construimos con techos planos) llevó a instalar envidiables
plantaciones de cultivos permanentes en áreas que, sin exagerar, carecen
absolutamente de agua propia.
Entonces, la pregunta que debieran plantearse
nuestros adalides: autoridades regionales y locales; congresistas; dirigentes
agrarios; los numerosos “expertos” promocionados por los medios y, hasta el
ubicuo Colegio de Ingenieros; sería la siguiente:
¿Qué diablos hacer si
el 2020 el río Chira aporta una masa de 600 MMC, o similar, y el río Piura ni
siquiera llega a discurrir por Ñácara?
Si tan desgraciada situación se diera sería imposible derivar agua del río Chira al Piura por cuanto no alcanzaría ni para su propio valle, ergo, el Canal de
Derivación solamente la transportaría
para atender los requerimientos humanos de Sullana, Piura y anexos (con
custodia militar en todo el recorrido) por lo que, la interminable
serie de desarrollos agrícolas que, poco a poco e ilegalmente (¿imitando a los
ambulantes que parcelaron el mercado modelo?), se asentaron a su vera, instalando,
¿oscura y mañosamente?, plantas de bombeo, no dispondrían de agua para el riego
de sus cultivos.
Situación similar se presentaría en Cieneguillo y en la margen izquierda del río Piura al desaparecer
tanto el agua que llega del río Chira como los aportes del río Piura. El
panorama señalado, que, fatal y desgraciadamente, no es ciencia ficción sino
tiene varios antecedentes en el pasado; es el que debería preocupar a las
autoridades responsables, las cuales - muy probablemente, por lo ¿conveniente?
de preocuparse por asuntos como el fierro, el cemento y el movimiento incesante
de maquinaria pesada - solo tienen ojos y oídos para las defensas del bajo
Piura.
El primer y brutal impacto que tal situación
generará cuando se presente, es la desocupación para los miles de trabajadores
del campo que, desde años atrás, vienen sustentándose gracias a la demanda de
mano de obra generada por las indicadas plantaciones, las cuales, obvia y
lógicamente, ante panorama tan desolador, en la práctica, tendrían que cerrar
la puerta.
Lanzo una pregunta para que las “brillantes”
mentes de nuestros adalides vayan rumiándola:
¿Acaso habría que ir pensando
que la poca agua disponible debería
utilizarse para atender estos cultivos?
Sin embargo, como dice el aserto, “Cuando
unos lloran otros gozan” porque, cuando la naturaleza descargue
tremendo azote sobre nuestras espaldas, habrá una zona bendecida: el Alto Piura,
al ser la única del departamento que, además de contar con terrenos feraces,
tiene su propio reservorio que no le costó ni un céntimo al Estado y le permite
regar, previo pago del justiprecio del agua: el freático.
Sin duda, los productores de limón, mango,
plátano y uva del Alto Piura verán sus bolsillos rebosantes de dinero, lo cual
será justo reconocimiento porque a diferencia de otros, ellos sí
pagan, permanentemente, por cada gota de
agua que usan para regar sus fértiles campos.