INSEGURIDAD CIUDADANA: ¿QUIÉN ES EL CULPABLE?

(Piura, 30 septiembre 2019)

Luis Gulman Checa

El progreso, en especial de la información e interconexión instantánea uniendo a todos los habitantes de la tierra. Así, en tiempo real, tenemos ante nuestros ojos atentados, crímenes, robos, violaciones y toda clase de acciones de seres con aspecto humano  carentes de alma comportándose cual bestias.

Analicemos el significado del aserto que dice: ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente, indicando que el hombre es un ¿animalito? imitador, es decir, es, mayoritariamente,  un copión de dos por medio que se sube al tren de la moda. Entonces, si los medios se la pasan horas de horas exponiendo filmaciones de asaltos y crímenes de variada naturaleza; así como sumar dos más dos arroja cuatro como resultado, el efecto de semejante ¿propaganda? mediática - igual como, según los Evangelios, sucedió con los panes y los peces - tendrá que ser la infinita proliferación de imitadores incrementando la inseguridad ciudadana a niveles estratosféricos.   

Cuando se difundió el ataque de un despechado contra su ex en un ómnibus de la ciudad de Lima, a quien roció gasolina y prendió fuego causándole la muerte, malhadada acción que tuvo mayor acogida en los medios que, por ejemplo, el premio Nobel otorgado a Vargas Llosa; este servidor, modesta pero premonitoriamente, vaticinó que a partir de esa fecha se producirían atentados similares a lo largo y ancho del país. ¿Había que ser un Nostradamus para anunciarlo? Claro que no: simple y mero sentido común.

Alguien dirá que no somos imitadores y que la raíz del mal está tanto en la carencia de formación en los hogares (lo cual obviamente es un factor) como en la incapacidad e incuria del presidente, Martín Vizcarra, quien, por andarse peleando con el impecable Congreso,  no se preocupa por nuestra seguridad. Sin embargo, insistiendo en que somos, mayoritariamente, copiones, por lo que el gran culpable, reitero, es el progreso, formulo una reflexión:

Mientras, años atrás, no había ni un solo futbolista que tasajeara su piel poblándola de tatuajes, ahora, sin duda subiéndose al TREN DE LA MODA, es muy difícil hallar alguno que mantenga su epidermis limpia e impecable.

Si la ley fuera diferente y estuviera acorde con los tiempos, es decir, severa; el progreso sí coadyuvaría  a luchar contra la inseguridad porque los informativos tendrían un final diferente:

Mostrarían a los delincuentes desangrándose tirados en tierra abatidos por las ráfagas disparadas por los guardianes de la ley y el orden.