EL PROGRESO: ¿BENDITO O MALDITO?
(Piura, 14 enero 2021)
Luis Gulman Checa
Como todo en la vida, el progreso también tiene
más de una cara, pues, siendo innegables las múltiples ventajas que nos trajo
para hacer más fácil y llevadera la vida cotidiana, como, por ejemplo, los
calentadores de agua o los aparatos de microondas, descartando tachos y uso de ollas para calentar los alimentos; también,
para nuestra desgracia, hubo otros inventos sin duda sugeridos por el mismísima
Satanás para jodernos la vida.
Precisaré tres de ellos suficientes para
confirmar el meollo del presente:
1)
Las
atronadoras sirenas instaladas en ambulancias.
2)
Las alarmas anti robos instaladas en vehículos y
3)
El
desquiciante pitido emitido por los vehículos tan luego enganchan retroceso.
Si bien muy de vez en cuando el transportado en
una ambulancia podría hallarse en articulo
mortis, en la gran mayoría de los
casos tal no es el caso. Sin embargo, siempre, aunque no lleven paciente
alguno, circulan haciendo tronar las sirenas tal y como si estuvieran
anunciando el fin del mundo. ¿Acaso no sería suficiente - teniendo en
consideración que los afectados por el escándalo que generan no son responsables por el herido o moribundo
que transportan - premunirlas de destellantes y numerosas luces de colores? Si
así fuera, anunciarían su presencia respetando a los inocentes viandantes.
Preguntémonos qué derecho y/o qué corona tienen
aquellas personas que, zurrándose en el respeto al prójimo, hacen instalar malditos, ruidosos y estridentes artilugios en sus vehículos los cuales nos ensordecen
hasta cuando un vehículo con escape libre (conducido por una bestia con aspecto
humano) pasa a su lado. Me refiero, obviamente, a las alarmas - supuestamente para
prevenir robos - que, irreflexiva y desconsideradamente son instalas en
flamantes vehículos a incitación, sin duda, del vendedor.
Preguntémonos cuál es el objeto de tal medida
si el propietario, como casi siempre sucede, estaciona el vehículo mandándose
mudar, por ejemplo, a un cinema. ¿Acaso
oiría el atroz ruido cuando un ladrón rompa una luna birlando el aparato de
radio y otros bienes? Claro que no. Sin embargo, los inocentes que estuvieran
cerca del vehículo sí serían atormentados por los estridentes pitidos.
¿Quién habrá sido el maldito que ideó el intermitente pitido
cuando un vehículo retrocede? El colmo de tremenda estupidez se grafica cuando
hasta la maquinaria pesada fue premunida de tal esperpento. ¿Acaso el terreno
en el que se mueven grandes tractores, retroexcavadoras y otros, se ubica entre
multitudes o, por lo contrario, son descampados carentes hasta de zorros?
Usted qué opina, estimado lector (a).