¿LA SIEMBRA NO PUEDE PARAR?
(Piura, 10 enero 2021)
Luis Gulman Checa
El Covid nos ha confirmado que la
vida nos da sorpresas como la que estamos sufriendo: habiéndose
declarado el verano no podemos concurrir a las playas. Ergo, al hombre no le
queda más que adaptarse a las condiciones impuestas por la madre naturaleza. ¿Qué
mosca me picó? Un artículo aparecido en SEMANA con el siguiente título:
CAMPAÑA AGRÍCOLA
INCERTIDUMBRE DE LA SIEMBRA
Siendo el tema del mismo la sequía del pasado
año, el bajo nivel de los reservorios y los pronósticos que el actual será
seco, aparece una frase aberrante: PERO LA SIEMBRA NO PUEDE PARAR. Sin embargo,
Tenemos muchas pruebas demostrativas que dejar de sembrar hubiera sido una
sabia e inteligente decisión. Imaginemos que a fines del año 1964 un Maestro de
las Huaringas hubiera profetizado que el algodonero, el año 1965, sería azotado
por plagas incontrolables reduciendo al mínimo la productividad. Pregunto,
¿acaso no hubiera sido maravilloso que tal pronóstico hubiera sido oído
dejándose de plantar el bien llamado Oro Blanco?
Si así hubiera sido, transcurrido un año
vacacional, el siguiente, con las fantásticas productividades obtenidas, la
economía de Piura y los piuranos se hubiera situado en la estratósfera. Sin embargo,
fatalmente, como el Maestro no apareció, se sembró algodón como de costumbre,
la economía de Piura colapsó al extremo que, mayormente, no fue posible
aprovechar las bondades que la naturaleza nos regaló el año 1966.
Ubicándonos más cerca en el tiempo, el pasado
año: ¿acaso no hubiera sido formidable no plantar la irracional segunda campaña de arroz? Así, entonces,
queda demostrado que, según cómo vengan las circunstancias, LA SIEMBRA SÍ PUEDE
Y DEBE PARAR.
El artículo comentado nos reconfirma lo que
temíamos:
Nuestra agricultura,
luego de ser asolada por el “Atila” piurano, ha terminado en manos de ignaros e
incapaces, como lo demuestra que han autorizado sembrar arroz siendo el
panorama ófrico respecto a lluvias.
Me vienen a la mente organismos como el
Ministerio Público o la Defensoría del Pueblo (siendo ambos, en el fondo, la misma chola con diferente calzón),
los cuales, de acuerdo a su razón de ser y preservando la vida y la salud de
las personas que estarían corriendo el riesgo de morir de sed, debieran objetar
tal desperdicio de agua en un cultivo de dos por medio.