¿CONTAMINACIÓN PLAYERA o CERO EDUCACIÓN y SALVAJISMO?
(Piura, 04 enero del 2017)
Luis Gulman Checa
El día de ayer nos enteramos a través de los
medios con verdadero horror y consternación, que nuestra población,
mayoritariamente, en el tema de la
educación, factor fundamental para que la vida en comunidad sea llevadera; es
un asunto que no solo no conoce sino del
que, evidentemente, ni siquiera sabe de qué se trata, pues no cabe otro
comentario luego de observar las impresionantes fotografías mostrando el estado
de las playas, convertidas en muladares, tras el paso de los mal llamados
turistas o veraneantes episódicos.
¿Es concebible que
alguien, con apariencia humana, sea tan
bestia/salvaje/tarado o deficiente mental que, habiendo ido a una playa que no solo está habitada sino a la que han
asistido muchos más como él para disfrutar del clima y del mar, parta una
sandía, ingiera bebidas y se alimente; dejando tirado a su alrededor, tal y
como si fuera un asqueroso marrano, cáscaras de sandía, recipientes plásticos o
de vidrio que contuvieron bebidas, platos, fuentes y cubiertos descartables y,
cómo no, hasta restos putrefactos de alimentos?
Cualquiera que, inocentemente, creyera que la
pre historia quedó muy atrás, con todo candor respondería así a la pregunta
planteada ut supra: No es concebible.
Sin embargo, para desgracia de nuestro país -
habida
cuenta que la educación es requisito indispensable para alcanzar el desarrollo -,
tal comportamiento es normal para esta recua de personas animalizadas y carentes
de respeto y consideración hacia el prójimo.
Imagino que en las playas de los países
auténticos estos hechos son de imposible realización, no solo porque
ahí sí existe educación sino también
porque de aparecer alguien con las costumbres de los descritos líneas arriba;
estoy seguro que antes de que la cáscara de sandía llegara al suelo, ya tendría
sobre sí el garrote cayéndole en la nuca para recordarle cómo se debe
comportar. Me refiero, obviamente, a la imprescindible represión, inexistente
entre nosotros, cuya carencia es la responsable de nuestras calamitosas
condiciones de vida.
Una sugerencia oportuna y aparente:
Los moradores y
vecinos de las playas deben imitar a los ronderos de la sierra, quienes,
arguyendo que el Estado no está presente, aplican la justicia por sí y ante sí
enderezando a quienes consideran están saliéndose de la senda correcta. ¿Cómo? Apaleando
a los salvajes y “marranos” que ensucian las playas y tirándoles tierra a sus
bebidas y alimentos.