EL SATP EN EL OJO DE LA TORMENTA
(Piura, 25 de enero del 2017)
Luis Gulman Checa
Tengo el convencimiento que nuestro alcalde,
Óscar Miranda, está perpetrando con el SATP un crimen/barbaridad tan brutal
como el realizado por César Trelles Lara, cuando ejercía la presidencia
regional, con el proyecto Alto Piura. ¿Por qué?
Por cuanto la
remoción de don Gabriel Gallo Olmos de
la jefatura del ente recaudador, es equivalente, por lo nociva y fatal para
Piura, a la inviable licitación convocada por CTL para ejecutar el Alto Piura.
El removido - por el momento - es un
excelente funcionario con una ejecutoria no solo limpia de polvo y paja sino también
muy eficiente, por lo que deviene en inexplicable la decisión del alcalde, más
aún, siendo como no tengo la menor duda que es, una persona honesta y bien
intencionada.
Entonces,
¿Qué bicho le picó al
alcalde para hacerlo tomar tan descabellada decisión?
No creo necesario ser adivino sino basta y sobra con haber
transitado por el sector público, como es el caso del suscrito, para parar
las orejas - tal cual hacen los piajenos cuando notan algo raro en el
ambiente - y husmear qué hay detrás de tan descomedida, irracional e
injustificada remoción.
A juzgar por las claras e inequívocas
declaraciones de Gabriel Gallo Olmos, es evidente que entre él y el gerente
municipal se produjo un choque de trenes, lo que se traduce
como opiniones absolutamente divergentes sobre un tema concreto de trascendencia, importancia y, por tanto, de un
gran valor económico, es decir, plata como cancha sobre la mesa.
En atención a que las oficinas alquiladas donde
funciona el SATP están tan mal ubicadas que pareciera fueron escogidas por el
enemigo, me arriesgaría a pensar que el choque citado se originó por las
opiniones divergentes de ambos personajes respecto a la reubicación de la
entidad municipal.
Probablemente - apelando al elemental sentido
común -, mientras uno de ellos propuso construir
oficinas ad hoc en algún terreno propiedad de la municipalidad fuera del
centro de la ciudad, el otro fue de la opinión de adquirir un inmueble -
equivalente a cambiar mocos por babas - en el mismo
centro.
Si la suposición planteada se ajustara a la
verdad, pregunto a usted, estimado lector, ¿cuál de ambas opciones sería la más
conveniente para Piura y los piuranos? Personalmente, no dudo que lo racional
es optar por la primera: construir en un terreno municipal fuera del centro.
Si algo de cierto hubiera en lo expuesto
líneas arriba, me atrevería a rogarle al señor alcalde que le retire la
confianza a quien fuera que le hubiera recomendado la opción de adquirir un
inmueble en el mismísimo centro, porque tal recomendación tendría un olor
muy feo, más aún en tiempos como los que corren en que está saliendo a
la luz la podredumbre que tiene infectado el aparato público desde varias
décadas atrás.
Si fuera que lo especulado no tiene pies
ni cabeza, le pediría al alcalde que, habida cuenta que la
municipalidad no es una chacra donde el dueño hace y deshace de acuerdo a su
regalada gana, se sirviera explicarnos la rezón por la que está deshaciéndose
de un funcionario excelente.
¡OJALÁ LOS PIURANOS
DEJEN SU APATÍA Y SE MANIFIESTEN!