Estimados
amigos:
El
último día del año es propicio para reflexionar sobre lo que fue y pudo haber
sido este 2016. A Dios gracias, las personas somos seres pensantes y fuimos
bendecidos con el don del racionamiento que debemos usar, retrospectivamente, para
determinar cómo actuamos el año que termina.
Esta
reflexión es mil veces más importante, trascendente y obligatoria tratándose de
Autoridades, por cuanto, ellas, debido a nuestra voluntad y decisión, tienen
una enorme y grave responsabilidad sobre sus hombros, similar, como una gota de
agua a otra, a la del capitán de un barco guiándolo a través de una feroz
tormenta.
Naturalmente,
las “tormentas” que ellas deben sortear, siendo de diferente naturaleza a la
aludida, también son devastadoras cuando la mano, el entendimiento, la fe, el
coraje y la sapiencia de la autoridad no están acordes con la ímproba tarea
que, libre y voluntariamente, asumió.
Sin
embargo, si fuera el caso que hubiéramos cometido errores el año que termina,
debemos confiar en el Propósito de Enmienda que, no podemos poner en duda,
anida en las mentes y corazones de toda persona de bien, característica que, a
priori, nos acompaña a todos.
Recibamos
con optimismo y esperanza el 2017 que asoma, confiemos en el Altísimo rogándole
que no nos castigue con la grave sequía anunciada, principalmente, porque ello
acarrearía graves y lamentables consecuencias contra el normal desarrollo de la
vida de nuestros hermanos del campo.
Pidámosle,
igualmente, que ilumine a nuestros guías y adalides haciéndoles abrir mentes y
corazones para que, en su diario
accionar, tengan como único norte lo más conveniente para el bienestar,
progreso y desarrollo de sus gobernados: todos y cada uno de los piuranos.
Finalmente,
confiemos en que si, por desgracia, hubieran tenido en su cercanía alguna “fruta o frutas podridas”, se deshagan de ellas para que
el horizonte futuro se torne diáfano y cristalino.
Roguemos
a Dios que el nuevo año sea pródigo en venturas y felicidades para todos y cada
uno de los piuranos.
Un fuerte abrazo.
Luis Gulman Checa