CUANDO LAS BARBAS DE TU VECINO……..

(Piura, 26 julio 2017)

Luis Gulman Checa

Siendo el tema del presente el comportamiento del clima en la tierra, seamos  indulgentes con el concepto vecino, por cuanto, en este caso, se trata del viejo mundo y del África, según nos alertó “El Tiempo” en su edición de la víspera.

La sequía puede dejar sin agua a millones de personas en Europa.

España, Italia y Portugal son algunos de los países afectados por la falta de lluvias.

La situación en el Cuerno de África, Somalia, Etiopía y Kenia, se ha deteriorado drásticamente en el 2017. Millones de personas luchan por satisfacer sus necesidades alimentarias.

También se han producido episodios similares de forma persistente al suroeste de  Norteamérica, que se conoce como “sequía de California”.

Sin embargo, en Piura, territorio básicamente seco  en el que,  eventualmente,  llueve con intensidades variadas, manejamos nuestra escasa y cara agua regulada tal y como si nunca nos faltara, haciendo gala de una irresponsabilidad punible que, más temprano que tarde - ¿el 2018? - nos pasará una factura brutal e impagable.

¿Cómo podríamos calificar a la autoridad que permite cultivar arroz en el desierto entregando agua regulada, que cuesta un “huevo de plata”, en forma gratuita?

Sin embargo, tal no es la única barbaridad, pues, increíblemente, tolera que tal cultivo se siembre DOS VECES anualmente. Esta malhadada práctica se popularizó a raíz de la entrada en operación de nuestros reservorios, San Lorenzo y Poechos, en orden cronológico, desvirtuando sus objetivos.

En el caso de San Lorenzo -  muchas de cuyas parcelas desde años atrás cayeron en poder de foráneos provenientes de zonas cocaleras y son dedicadas a sembrar arroz en dos campañas al año -, se viene perpetrando una total violación de su razón de ser, ya que se programó para desarrollar cultivos de raíz, pastos y ganadería lechera.

El uso del reservorio de Poechos, cuyo principal objetivo fue regular el riego en los valles del Medio y Bajo Piura, se prostituyó al extremo que, en vez de haberlos convertido en emporios de riqueza, terminó arruinando el Bajo Piura atiborrándolo de agua para sembrar dos campañas anuales de arroz con el sistema de drenaje colapsado.


Para colmo, a pesar que éste perdió m/m la mitad de su capacidad de almacenamiento, no hemos aprendido la lección recibida el pasado año 2016 cuando se sembró una gran segunda campaña de arroz, pues, ratificando que hasta los animales son más inteligentes que nosotros, hemos tropezado con la misma piedra y repetido tremenda insensatez.

Si el 2018, como todos los años pos Niño (que el suscrito recuerde) resulta seco o muy seco, ¿quién asumirá los platos  rotos (pérdidas) de los sufridos, abnegados y maltratados agricultores “traicionados” por la naturaleza?

Insisto:

La obvia, lógica y única forma de que al agua regulada se le dé el mejor y más eficiente uso,  es fijándole una tarifa justa y real.

Tal determinación será el punto de partida para que el agro piurano alcance el lugar que merece a nivel mundial.