¿MONUMENTOS EN PIURA?

(Piura, 19 abril 2018)

Luis Gulman Checa

La edición de “El Tiempo” de la víspera se refirió al tema del epígrafe con una información titulada:

Monumentos maltratados: el panorama cultural de Piura

Se aprecia un tremendo contrasentido al ser absolutamente incompatibles la cultura y el maltrato de monumentos, actitud reveladora de una casi bestialización de quienes arrasan con monumentos y/o inmuebles señeros y representativos los que, además, estaban protegidos por ley al haber sido declarados Monumentos Históricos.

Tal es el caso de la “Casa Eguiguren”, por lo demás el único monumento señalado en la información con nombre propio, que desde varios años atrás desapareció depredada, sin lugar a la menor duda, por sus propietarios y/o alguno o algunos de los mismos, al ser difícil aceptar que el íntegro de miembros de un clan sea tan avieso.

Aunque el informe lo obvia, igual suerte corrió la casona que estuvo ubicada en la calle Tacna esquina con Apurímac, sin duda por las mismas razones que llevaron a la desaparición de la primera: la multiplicidad y heterogeneidad de propietarios. Ergo, lo que es de muchos no es de nadie,  propiciando que quienes tienen las uñas más largas arrasen con todo lo que puedan.

Digresión:

Recuerdo claramente que años atrás, cuando habitualmente pasaba por Chulucanas, fui testigo como, paralelamente a la desaparición de la  casa ubicada en la esquina de las calles Tacna y Apurímac, prosperaba una  edificación con madera de la misma en la tierra del mango y el limón.

Lamentablemente, estos hechos ratifican que el Estado, en nuestro vapuleado/maltratado país, está pintado en la pared. ¿Por qué?

Por cuanto, las entidades públicas obligadas a cuidar y proteger estos patrimonios, no son más que una ubre más para alimentar  inútiles e incompetentes, al no mover ni un dedo en pro de cumplir con su deber.

¿Acaso los inmuebles señalados desaparecieron de la noche a la mañana o en un abrir y cerrar de ojos? Como no sucedió así, preguntémonos:


¿Dónde andaban los funcionarios tanto de la gerencia de Educación, Cultura y Deporte de la Municipalidad de Piura como del Instituto Nacional de Cultura?

Habida cuenta que la pus sigue manando de donde se pone el dedo, ¿acaso no deberíamos pensar que estos funcionarios fueron “aceitados”?


Pero, dejemos de lado a los privados y miremos al Estado, dueño y señor del local en el que funcionó el Colegio San Miguel, también declarado Monumento Histórico e igual que la antaño señera “Casa Eguiguren” encaminado a convertirse en una letrina más de las tantas que abundan en la ciudad de Piura, mientras las autoridades (in) competentes, siguen zurrándose en su deber de proteger nuestro exiguo Patrimonio Cultural.

Estimado lector, con la mano en el corazón, pregúntese y respóndase:

¿Desde cuándo dejamos de tener autoridades auténticas en Piura?