BODAS DE ORO DEL IMPERIO DE LA DIGNIDAD
(Piura, 09 octubre 2018)

Luis Gulman Checa

El día de hoy los peruanos bien nacidos despertamos rezumando orgullo hasta por las orejas porque conmemorábamos  50 años de nuestra auténtica, real y definitiva independencia por obra, gracia, acción y decisión de aquel peruano sin parangón en nuestra historia, el General E.P Juan Velasco Alvarado, castellano, piurano y sanmiguelino, es decir, producto nato de nuestro glorioso departamento cuyas entrañas parieron a los más ilustres peruanos jamás nacidos, el ya citado y el inmarcesible Gran Almirante Don Miguel Grau.

¿Qué sucedió 50 años atrás que hoy día nuestro orgullo se eleva al infinito?

Ni más ni menos que el valiente y patriótico soldado, aupado al más alto cargo de la nación por decisión propia y soberana, con el respaldo de nuestras gloriosas e imbatidas Fuerzas Armadas, luego de echar de palacio de gobierno y deportar a quien fungía de primer mandatario, Fernando Belaunde Terry; dispuso que las fuerzas militares acantonadas en la Primera Región Militar tomaran Talara, rico y prolífico territorio peruano cuyo subsuelo estaba saturado de hidrocarburos que por décadas habían venido explotando usurpadores yanquis camuflados bajo una empresa cuyo nombre prefiero obviar para no ofender el espíritu del gran General que, no dudo, debe estar permanentemente vigilando que defendamos, aún con  nuestras vidas, lo que él, valientemente, nos devolvió.

Así  pues, en un santiamén, quienes habían expoliado por décadas  nuestras formidables riquezas hidrocarburíferas, fueron echados del país y no solo sus bienes (habidos a base de explotarnos) fueron confiscados sino que jamás, a pesar que le lloraron y rogaron, se avino a pagarles ni una mísera peseta, como ellos insolentemente demandaban, en calidad de indemnización.

¡Así fue la grandiosa gesta que sello el imperio de la dignidad de los peruanos!

Acorde con ello, el antaño ajado villorrio que era Talara cuando estaba bajo  las garras de tales saqueadores, con explotados  trabajadores peruanos  padeciendo por varias carencias: salud, agua potable, alimentos, colegios para niños y jóvenes; hoy por hoy, los bizarros peruanos que los reemplazaron no solo han elevado a la enésima potencia la producción de hidrocarburos, como lo ratifica nuestra permanencia en la Organización de Países Exportadores de Petróleo, sino que la ciudad de Talara, es una urbe ejemplar que cuenta con todos los servicios  y un urbanismo envidiable destacando los maravillosos jardines, piletas y piscinas por doquier habida cuenta que el líquido elemento, cual maná caído del cielo, brota ahí donde un talareño pone el dedo.

¡HONOR Y GLORIA AL GRAN GENERAL!