GRINGOS LLORONES
(Piura, 11 octubre 2018)
Luis Gulman Checa
Las noticias llegadas de USA sobre el huracán
Michael pasando por el norte de Florida, luego de haber sobrevolado otros
territorios caribeños causando también algunos inconvenientes; demuestran
claramente que por esas tierras la naturaleza, a diferencia de los despiadados
azotes descargados sobre nosotros a través de sus
dañinos/destructivos/aterradores NIÑOS,
siempre ha sido magnánima y contemplativa.
Se quejan por haber sido refrescados con
vientecillos de velocidades de, apenas, 250 km/hora; 30,000 hogares y locales
comerciales quedaron sin electricidad; algunos millares de casas (habrá que
determinar cuántas fueron cuando vuelva la calma) fueron destruidas; la ráfaga,
que aún no se detiene, ahora se dirige a Georgia previéndose llegará Virginia
pasando previamente por las dos Carolinas: norte y sur. Además, obviamente, por
ahora no es posible siquiera precisar el número de occisos y desaparecidos, lo
que se hará una vez removidos los cientos
de miles de toneladas de escombros, aunque, previsiblemente, podrán contarse
con los dedos de una mano.
La prueba palmaria de que los daños
ocasionados por el clima se magnifican grotescamente, la tendremos m/m dentro de un par de meses,
cuando en los territorios que están siendo ¿azotados? no quede rastro de lo que se aprecia en las fotografías
que vienen difundiendo queriendo dar la impresión que, de verdad, se está
produciendo una real hecatombe.
Si ante estos ligeros inconvenientes
climáticos, los gringos desatan tremenda
alharaca, preguntémonos cómo reaccionarían si recibieran un auténtico azote -
¿Diluvio Universal? - como los que nosotros, sufridos piuranos, soportamos cada
vez que los NIÑOS, figurativamente,
miccionan.
Recordemos cómo el pasado verano del año
2017, las malditas y hambrientas quebradas, cual Anacondas hambrientas y
gigantescas, devoraban ahogando y arrastrando miles de inocentes seres humanos
por el mero hecho de osar tratar de cruzarlas; igualmente, las decenas de
viaductos (puentes) derribados por los inconmensurables y truculentos caudales
que discurrían por los cauces causando horror y destrucción, similar, imagino,
a la que dejaban a su paso las huestes
del bárbaro Atila, “El Azote de Dios”.
¿Cuántas decenas o cientos de miles de
familias perdieron sus moradas por los desbordes de los ríos a pesar de estar
construidas en territorios cuyas cotas, en teoría, garantizaban que jamás
serían inundadas?
¿Y los colegios, centros de salud,
instalaciones militares y policiales, como también los cientos de miles de
hogares diseminados por nuestro territorio seriamente afectados y/o destruidos
por las implacables y torrenciales lluvias abatidas sobre nosotros mañana,
tarde y noche, día tras día, tal y cómo si el Altísimo quisiera castigarnos
como a Sodoma y Gomorra?
Finalmente, la prueba palmaria de que los
piuranos, a diferencia de los gringos ahora, sí fuimos casi borrados
del mapa por la furia de la naturaleza, saldrá a la luz dentro de muy
poco tiempo cuando, reitero, mientras en el norte no quedará rastro de lo que
ahora difunden, acá en Piura continuaremos afectados por la destrucción del
dañino NIÑO y, cuando parecería que
habíamos subsanado/reparado/vuelto a construir la infraestructura dañada,
aparecerá un nuevo mal educado infante que, una vez más, nos sumirá en la
desesperación.