¿Y LA BALANZA DE LA JUSTICIA?

(Piura, 30 octubre 2018)

Luis Gulman Checa

La idealización de la Justicia representada por una mujer con los ojos vendados y una balanza en mano revela que la misma es ciega, es decir, al juzgar  deja de lado pergaminos, posición socio económica y cualquier otra característica personal del imputado; y, asimismo, la balanza está indicando que usará el mismo rasero para todos quienes pasen por sus manos.

Entonces, siendo tales características inherentes e indesligables de la Justicia, ante el bárbaro/brutal despliegue mediático desatado por esta dama ciega y casta, al no “casarse con nadie”, por el aporte de 1.2 millones de dólares de una empresa privada y extranjera en favor de una campaña proselitista en  las elecciones del 2011, mi elemental sentido común, me lleva a formularme la siguiente reflexión:

En el caso supuesto que, efectivamente,  se hubieran violado normas y/o perpetrado algunos delitos, ¿acaso no serían, comparativamente, propios de “pájaros fruteros”  frente  al descarado robo de las arcas públicas como fue el caso COMUNICORE  rapiñando a la MML m/m SIETE MILLONES DE DÓLARES cuando el mandamás era Luis Castañeda Lossio, quien, obviamente, tenía directa responsabilidad/participación  en el latrocinio al ser jefe del pliego de un ente público y quien, vergonzosamente y demostrando que la dama lejos de casta se inclina a la prostitución,  fue tratado con “guantes de seda”?

Sin embargo, a pesar de la mácula que semejante omisión (¿o conveniente arreglo entre “hermanitos”?) significó para la Justicia en el Perú, hay, a mi juicio, otra más ominosa la cual, por ahora, está recayendo en el “beato” (*) Miguel facundo Chinguel, como fue la escandalosa liberación de narcotraficantes condenados a cambio de pagos en efectivo realizados por los beneficiados, cuando el presidente de la República  era, ni más ni menos, Alan García Pérez. Así, entonces, ante la furia desatada por la “dama” contra Keiko Fujimori, preguntémonos:

¿Acaso no está más claro que el agua que tremendo sucio contubernio, necesariamente, requirió el conocimiento/participación del presidente de la República, Alan García Pérez, quien igual que en el caso de Castañeda Lossio y en contraposición al actual ensañamiento contra Keiko Fujimori, tampoco fue rosado  ni con el pétalo de una rosa por la susodicha “dama”?

Aunque es innecesario, señalo no ser  seguidor/fan/hincha de Keiko Fujimori, pero, ante la debacle de la justicia en el Perú - que debería llevarnos a pensar en la urgente necesidad de convocar un concurso internacional para cederla en concesión por un período no menor de 50 años - como lo prueba su absoluta falta de equidad tal y como he precisado; a las personas que la están encarnando en el presente caso, parafraseando a Tulio Loza, les diría:

¡No mojen que no hay quien planche!


(*) Agustín Mantilla ya está en los altares al lado de San Martín.