FALLO ESPERADO

(Piura, 30 enero 2019)

Luis Gulman Checa

Era previsible que la Sala que debía resolver la apelación de la prisión preventiva de siete meses impuesta al policía Elvis Miranda, ante el fenomenal carga montón  desplegado contra la medida dispuesta en primera instancia, fallara como lo hizo: RATIFICÁNDOLA.

Si el sistema de justicia, como ha venido saliendo a la luz desde  tiempo atrás, se encuentra por las patas de los caballos, imaginemos cómo le hubiera llovido a quienes dictaron prisión preventiva  si la Sala les hubiera enmendado la plana. En consecuencia, hasta para un ciego, al margen de los argumentos legales que siempre abundan para todos los gustos e interpretaciones, en este caso primó un entendible espíritu de cuerpo.

De otro lado, no puede ignorarse que el citado policía es uno más dentro del interminable número de efectivos  cumpliendo prisión, por lo que deberíamos preguntarnos cuál fue la razón para que, en este caso, se generara tremenda reacción en contra de la medida, especialmente al estar en el tapete más de una acción policial con fallecidos de por medio que pusieron en la picota a los policías comprometidos, ante el silencio, en siete idiomas, de la opinión pública.

Para evitar malas interpretaciones, considero aberrante encarcelar policías a raíz de hechos  como los que motivaron la prisión de E. M., por cuanto, al actuar de ese modo, fiscales y jueces, antes que defensores de la ley,  parecerían coludidos con la delincuencia.

Tampoco estoy diciendo que el hecho de ser policía basta y sobra para santificar a la persona, desde que abundan los ejemplos se delincuentes de la peor calaña camuflados bajo uniformes policiales. Sin embargo, resulta del más elemental sentido común, habida cuenta que la gran mayoría de policías son personas de bien; que jueces y fiscales, siempre y de primera intención, se pongan del lado de quienes representan la ley y el orden.

Tampoco tengo la menor duda que un factor que impulsó a los integrantes de la Sala a fallar como lo hizo, fue la presencia en la audiencia respectiva de una serie de huachafos y figuretis, quienes, en vez de permanecer metidos de pico y patas en las instituciones a su cargo que son una desgracia por donde se les mire; se hicieron presentes tal y como si fueran pro hombres  cuya sola presencia intimidaría a los magistrados quienes no tendrían otra alternativa que optar por la revocatoria.

Sin embargo, a la luz de los hechos, éstos, con su fallo, indirecta pero claramente, les dijeron que se zurraban en su presencia.

Ruego a Dios que la carcelería tanto de E.M. como de otros colegas suyos, termine lo más pronto posible.