INTERNET, COLEGIALAS Y PROSTITUCIÓN

(Piura, 26 febrero 2019)

Luis Gulman Checa

La reciente revelación pública (rumores y sospechas existen desde tiempo atrás) de jóvenes colegialas prostituyéndose, es una nefasta consecuencia del (¿maldito o bendito?) progreso, en este caso representado por las comunicaciones, permitiendo el trato, secreto y soterrado, entre personas que antaño jamás hubieran podido contactarse.

Si bien es verdad, legalmente, la mayoría de edad recién se adquiere al cumplir los 18 años, lo cierto es que, a juzgar por lo que estamos viendo en calles, plazas y playas (especialmente al celebrar el año nuevo), desde mucho antes de tal efemérides, hombres y mujeres dan rienda suelta a los instintos que posibilitan la propagación del género humano.

Entonces, si todo indica que ello sucede en la mayoría de jóvenes, ¿Qué debería suscitarnos las edades de las niñas víctimas de estos delincuentes dedicados  a la Trata de Personas, ubicadas entre los 16 y 17 años?

Concreta y directamente, preguntémonos si, en los tiempos que corren, cuando jovencitas bastante menores que las citadas ya saben o fueron informadas por sus padres de las de Quico y Caco, ¿cómo podrían  ser embaucadas por los tratantes?

Así, entonces, en el caso revelado habría una sociedad dedicada a vender servicios sexuales, ofertando jovencitas, en la cual los marqueteros vendrían a ser los tratantes y la mercadería las jóvenes prostituidas.

¿Será el próximo paso de los medios de comunicación achacarle al Estado, así como lo culpan de la anemia que afecta, dicen, a tantísimos niños, la responsabilidad por no haber PREVENIDO esta situación permitiendo que la prostitución infecte a un sin número de jóvenes?

Sin embargo, tratándose del Perú, ¿el país de las maravillas?, no sería raro que surgiera un iluminado, imitando al exministro de Agricultura inventor de la des colmatación cuyo nombre prefiero omitir por higiene mental, que diseñe un Programa para Prevenir la Prostitución en Colegialas, el que, imagino, podría sustentarse en repartir desayunos con un componente (des) nutritivo para atemperar/eliminar el instinto reproductor con el que la madre naturaleza  nos dotó a la gran mayoría de seres humanos.