PSICOSIS
GENERALIZADA
(Piura,
12 febrero 2019)
Luis
Gulman Checa
La que ha hecho presa de los medios de
comunicación aterrorizando a la población con el anuncio de inminentes
calamidades climáticas: lluvias diluviales acompañadas de atroces tormentas
eléctricas con el consecuente desborde de ríos y quebradas inundando poblaciones y destruyendo/arrasando
campos de cultivo, generando hambruna y enfermedades arrancándole la vida a
miles de seres humanos.
Supongamos que tuviéramos la absoluta
seguridad que tales vaticinios se concretarán y el presente verano dejará como “niño
de pecho” al “Niño Costero” del 2017 o al mismísimo y auténtico FEN acaecido el
año de 1983:
¿Qué medidas de
prevención, reales, concretas y efectivas, podrían adoptarse a partir de la fecha?
Absolutamente ninguna, a excepción, dada
nuestra acendrada y firme devoción en Vírgenes, Cristos y Santos, sacarlos en
procesión cotidianamente rogándoles interceder ante el Altísimo para que, en
vez de derramar sobre nosotros cataratas de agua y ensordecedores rayos y
truenos, derroche sus bendiciones para
que la honradez se apodere de almas y corazones de todos, empezando por
presidentes de la República, congresistas, alcaldes, gobernadores, jueces, fiscales
y, en general, la pléyade de funcionarios empezando por los que vienen medrando
en la inoperante, rimbombante e inútil Contraloría General de la República.
Solo si ello sucediera, nuestro futuro sería
limpio y tranquilo, por cuanto el actual concepto de prevención, entendido en
cómo evitar que las consecuencias de los actos propiciados por la estupidez/corrupción humana durante años, puedan
remediarse en un segundo, no es más que otro monumento a la irracionalidad.
Recordemos la gran cantidad de dinero que se
tiró al desagüe (y bolsillos sucios) el año 2015 en urgentes obras de prevención
porque el cielo abriría sus compuertas el verano del 2016.
La situación se repitió el 2017, cuando sí
hubo lluvias de medio pelo (comparadas con los FEN auténticos) y los
rapiñadores de turno inventaron la Des colmatación, echando, otra vez al
desagüe y pestíferos bolsillos, ingentes sumas de dinero. Sin embargo, si tal
tarea, la Des colmatación, hubiera sido la conveniente y adecuada, ¿por qué
chillan tanto los medios y reclaman y lloran los alcaldes si con tan formidable
obra, nuestras ciudades y poblados quedaron a salvo ante cualquier
exceso de la naturaleza?